Con la segunda victoria de forma consecutiva, San Cristóbal sigue escalando en la tabla de posiciones: ya se encuentra sexto y en la próxima fecha juega frente a Los Rústicos (equipo que ya se venció en el torneo pasado, 1-0 con gol de Federico Sampayo de tiro libre), encuentro que muestra a nuestro querido equipo albiverde como favorito en las más reconocidas casas de apuestas. Así las cosas, a hilvanar el tercer triunfo en fila para comenzar a pelear las cosas allí donde nos interesa: arriba.
PRÓXIMO TORNEO
------------ LO QUE EL FINDE NOS DEJÓ -------------
El 0-4 frente a Oeste FC dejó dos perlitas para nuestro regocijo:
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
lunes, 16 de noviembre de 2009
FECHA 5: San Cristóbal 2 - Aldosivi 1
Y si: está apareciendo el equipo que esperábamos. Evidentemente, San Cristóbal se ha sacado un peso de la espalda (llamado nervios, falta de experiencia, inaptitud física, o lo que sea) y comenzó a demostrar un juego asociado inédito no sólo en las primeras dos fechas de este torneo sino también en campeonatos anteriores. Hoy más que nunca, sus integrantes ya no dudas en afirmar que, del rejunte inicial, se ha mutado hacia un equipo que mantiene un órden básico y que intenta tocar la pelota con el último fin de lastimar al rival. Fiel reflejo de esto es la cantidad de opciones de gol que el equipo esta logrando gestar, un punto que era vital mejorar en un pasado no muy lejano. En la actualidad, ya no hay que lamentar la nula llegada del equipo sino los goles perdidos. Y eso, por más que sea más lo que haya que mejorar que lo que ya se progresó, es sumamente positivo. Como así también lo es el haber conseguido una victoria con José "Sese" Madeira y Luciano Banegas en cancha (como no había un equipo de estadísticos en los inicios del equipo, se desconoce la fecha exacta, por lo que hay que apelar a la memoria -coincidente- de los protagonistas para hacernos de dicho histórico acontecimiento). Felicitaciones a ambos y al equipo en su conjunto.
Así las cosas, San Cristóbal, en la 5ta fecha del torneo, venció a Aldosivi (equipo que más veces enfrentó en su historia, y rival en el 4-4 del último partido de la fase regular del torneo pasado, en el que fue el encuentro más vergonzoso jugado por el verdiblanco por sus desatenciones y su poca/nula inteligencia para aprovechar el hombre de más) por 2-1, resultado que no se condice con el trámite del partido ya que nuestro equipo fue ampliamente superior y mereció ostentar una ventaja final de 2 o 3 goles. Sin importar la diferencia de gol, la victoria le permite a unos (sancristobaleanos), comenzar a pensar en la lucha de arriba, y a otros (aldosivianos), a desesperarse por salir de la zona de descenso directo ya que con la derrota continúan en el fondo de las posiciones.
Al carecer de imágenes fotográficas y de video del encuentro, la crónica del mismo pierde un sin fin de circunstancias de juego que se le escapan a la memoria del narrador (¿atestado por el Alzheimer?). No obstante, repasaremos generalmente el partido para dar una de cómo se fue gestando.
San Cristóbal comenzó el partido sin cuatro de sus recientes valuartes, Andrés "Chino" Lence, Sergio Miguez, Pablo León y Mauro Vázquez: los dos últimos comenzaron en el banco de relevos por haber llegado sobre la hora de inicio del partido (el cuál comenzó extrañamente a la hora anunciada), mientras que los restantes se ausentarios por razones personales. A pesar de esto, y de la consiguiente innovación en defensa (con Banegas, habitual volante, retrasado a la posición de 2) y la presencia de un sólo volante tapón por naturaleza en la medular (Ignacio Zumbo), el equipo mostró una buena coordinación y organización, sobre todo, en la primera parte. Parte que mostró, desde el inicio, un claro dominio de San Cristóbal. El albiverde se hacía de la posesión del balón y asfixiaba terriblemente a su rival cuando éste tenía el poder del balón, por lo que la recuperaba rápidamente. El juego no quedaba solamente en ese ida y vuelta y el equipo comenzaba a ingeniárselas para llegar al arco rival. En los comienzos, los corners estaban a la órden del día: un par de ellos, ejecutados por Ignacio Zavadil desde la izquierda, conllevaron a sendas luces de alarma en el funcionamiento defensivo del rival. En ese interín, Aldosivi se mostraba frágil en sus líneas, con excepción del portero, quien hacía de la seguridad, un culto de su estampa: concentrado, desactivaba los avances sancristobaleanos. Antes de la apertura del mercado, ya había tapado algunos remates, sobre todo, un tiro cruzado desde la derecha que sacó con excelencia para el costado que pedía la jugada. Pero, no obstante, esa seguridad se vio ultrajada en, quizás, su único error de la soleada tarde: luego de par de rebotes, fruto de ciertos remates de la delantera de San Cristóbal, la pelota quedó boyando en el área y el arquero, en su afán por hacerse rápidamente de la pelota, trastabilló en su corrida, chocó contra un compañero, el balón que rebota en este último e ingresa lentamente en el arco. Los sancristobaleanos esgrimieron un tímido grito de gol (debido a la sucia jugada -léase, poco clara-) que se vió reprimida por el pitido del árbitro, quien, en primera instancia, y acercándose al área rival, suponía que había habido una infracción que provocó la caída del arquero. Pero, quién sabe, quizás por indicación de su asistente, quizás por sinceridad de los rivales, quizás porque su memoria visual llegó con delay, terminó por convalidar el gol luego de dejar pasar unos misteriosas segundos que aportaban confusión en la conciencia de los jugadores de San Cristóbal. Ya no había emoción para gritar el gol, para exteriorizar la conquista, pero todos sabíamos interiormente lo que el mismo valía: sobre todo, tranquilidad. Hasta el 1-0, los rivales apenas si habían superado la mitad de cancha y Nicolás "Cissé" Espiñeira, arquero del equipo cruzado, aún no había tocado el esférico. Cómo si el marcador no hubiese cambiado, San Cristóbal siguió con la misma actitud y generado las mejores (y únicas) situaciones de gol del partido. En eso, llegó la jugada del partido: el gol (¡Qué gol! ¡Mamita!) de Nachito Zumbo. En una jugada que parecía algo sucia por la línea de fondo del sector izquierdo, el volante de hizo del balón, superó a su marcador inmediato haciendo fácil lo complejo, luego pasó en velocidad a un segundo defensor, e ingresando al área desde una posición supuestamente más cómodo para enviar el centro o poner el pase atrás para el remate de algún volante, sacó un remate con comba que se fue cerrado y se le coló en el ángulo superior del palo más lejano (el izquierdo) del portero, que, atónito, maldecía por dentro la genialidad del N°8. Así, el partido se ponía 2-0 y ésta vez sí, el equipo festejaba como se debía la "diana", ya que dicha obra de arte lo merecía. A partir de entonces, San Cristóbal dejó de pisar el acelerador y cedió un poco de terreno, permitiéndole al rival generar sus primeras armas en ataque. La primera que tuvieron fue un remate de afuera del área de su número 5 y capitán, el cual fue contenido sin problemas por Cissé. Luego, llegó un gran centro desde la derecha al segundo palo que encontró la cabeza de un volante pero la pelota no encontró red por un metro, aunque el arquero ya cubría el palo en cuestión. Ocasiones más, ocasiones menos, así terminaba la primera parte: con un gran dominio sancristobaleano que se asemejaba a la conquista hispánico de América sobre la población indígena, la cual no reaccionaba frente a la incursión de Colón y los suyos. Relajados, el conjunto se juntó en un costado del campo, a la sombra, y se daba el lujo de bromear sobre algunas incidencias de esa primera parte (como la imagen que dejaba Ignacio "La Garza" Zavadil para hacer pie por la abnegada zona que le tocaba transitar -el flanco izquierdo- o el contacto -nulo- con el balón que había tenido Jerónimo Jakob, quien ingresó por el lesionado Diego Nartallo instantes antes que el árbitro marcara el final de esa etapa).
Pero los indios se resistieron... La segunda parte, si bien mantuvo el control "ideológico" del equipo que iba arriba en el marcador, mostró claras diferencias: Aldosivi necesitaba con urgencia tratar de lastimar al rival, primero para conseguir el descuento, y luego para soñar con algún punto que le permita aliviar un poco su lucha para evitar el descenso. En esos términos, el equipo azul salió con otra predisposición en los últimos 40 minutos, haciéndose más del balón, yendo al ataque y dejando espacios en el fondo que podían ser aprovechados por los contraataques de San Cristóbal. No obstante, Aldosivi no llegaba con claridad (salvo una incursión por izquierda que culminó con un remate cruzado que no puso en peligro el arco de Cissé y algunos centros), y San Cristóbal lograba esbozar algunos ataques interesantes. El destacado fue la jugada armada por los hermanos Zavadil: Nicolás, parado en el medio de la entrada del área rival, habilitó magistralmente a su hermano, Ignacio, quien entraba por el flanco izquierdo a toda tromba. De una, se llevó el balón y dejó atrás al defensor y a sus intenciones de pararlo. Cuando el arquero le salía rápidamente a atorar, el lánguido volante punteó con calidad la pelota al segundo palo. El balón coqueteaba con ingresar al arco, parecía gol, pero, siempre histérica, pegó en el palo, recorrió un poco la línea y fue finalmente sacada por un defensor. Se esfumaba así la posibilidad del merecido tercer gol que hubiese cerrado el partido y que hubiese mostrado, en el marcador, una digna performance de San Cristóbal (inédita en cuanto a la diferencia de gol que se hubiese logrado promediando un segundo tiempo). Vale la pena aclarar que dicha jugada prosiguió con una hermosura y una irresponsabilidad: por un lado, Jerito Jakob le metió un caño delicioso (con pisada incluida) a su marcador, a quien le había extirpado la pelota luego de que éste intentara primigeniamente el túnel; por otro, en un claro desmedido goce por dicha majestuosidad, Banegas, a la distancia, emitió una serie de onomatopeyas (imagínen su "uy uy uy") que fue apercibido por el juez principal con una amarilla. Tarjeta que después omitió sacarle cuando el defensor "colgó" a un rival en la puerta del área: como lo había amonestado recientemente (y por una tontería), el árbitro se apiadó de Banegas y le impidió hacerse de su segunda expulsión en el torneo. Pero, la "anécdota" no quedó ahi porque de ese tiro libre llegó el descuento rival: el ejectur hizo pasar el remate por encima de la barrera, la cual no saltó, y Cissé no tuvo reacción cuando la pelota se le hizo visible tras pasar dicha pared. 1-2 y los fantasmas llegaban al CIRSE. Si no se sufre, no es digno de llamarse "San Cristóbal". Un partido totalmente dominado y que parecía que iba a culminar con una diferencia mayor, se mutó en otro que encontraba al verde y blanco metido atrás, despejando la pelota a cualquier parte y haciendo un poco de tiempo. El rival apretó en los últimos minutos y fue con todo en busca del empate, siendo lo más riesgos unos remates bloqueados por los defensores y un tiro algo débil en la puerta del área que fue controlado en dos tiempos por Cissé, quien parece haber dejado atrás la inseguridad de los primeros dos partidos. Así, sin llegar con sumo peligro al arco rival, Aldosivi tenía contra las cuerdas a San Cristóbal, pero, más que por mérito propio, por carencias ajenas. En ese contexto, los jugadores sancristobaleanos se tiraban al suelo, aquejados por el dolor y haciendo un poco de tiempo también, lo que crispaba a los rivales. El árbitro, intentando ser justo, adicionaba y adicionaba hasta que, por fin, el partido llegó a su fin.
Sobre el epílogo del encuentro, San Cristóbal quiso sufrir, pero hay que decir también que, antes, supo gozar. El equipo muestra una lenta mejoría y ahora debe ir por más: saber manejar los resultados a favor, tener mayor picardia y/o inteligencia, no perder el órden y lograr resultados más abultados cuando el dominio del juego se hace notorio (no por la diferencia de gol, sino para evitar sufrir los partidos y cerrarlos antes). Asimismo, una obviedad: los jugadores entrantes deben tener bien en claro su posición y función, y no adecuarse a las indicaciones (contrapuestas) que le dan algunos compañeros dentro del campo, porque, caso contrario, se aporta a la confusión.
En fin, felicitaciones, una vez más, al equipo por haber conseguido la segunda victoria en fila, que sirve (y mucho) a seguir levantado el nivel.
jueves, 12 de noviembre de 2009
EL RINCONCITO DEL CHINO: "Cargando cruces... pero resucitados"
De movida me di cuenta de que el domingo era distinto. Salí de casa con tiempo para dejar a Anita y ponerle aceite a mi 147 (mi auto fuma mas que un preso, sepanlo) y no hubo ningún mensaje puteador pidiendo por mi pronta presencia en el colegio Manuel Belgrano, el ya conocido y mítico punto de encuentro albiverde. Así planteadas las cosas, el clima del equipo era tan relajado que ni bien llegué a la puerta del industrial lo primero que vi fue como Mauro y Pablo León caminaban al tranquito por Cochabamba comiendo una banana cada uno. “Es para el potasio” dijeron, casi a coro, cuando percibieron mi mirada desconfiada. “Seee… claro”, contesté mientras arrancaba y me daba cuenta de que mi copiloto, Nachito Zumbo también se clavaba un plátano sin dudar y dejaba el mío en el asiento trasero.
A las dos cuadras, mientras esperaba que corte el semáforo, se me pusieron a la par Pablito, Mauro y Fede en otro bólido y, bajando la ventanilla, el ruludo lateral izquierdo me dijo con voz muy afeminada: “¿Qué pasa? ¿Vos no te vas a comer la banana, bombón?”. Gire la cabeza hacia su auto y lo miré sin expresión. En ese momento recordé lo apretaditos que estamos en el área en cada centro y la sola imagen de la emboscada traicionera de Pablito saltando por detrás mío apoyando toda su humanidad contra mi débil anatomía me hizo poner primera y arrancar lo más rápido posible hacia la 25 de Mayo.
El día era perfecto. Hacía calor y el sol hacía brillar los objetos con una intesidad notable; los árboles disparaban un verde furioso desde sus copas, los arcos resaltaban un blanco profundo invitando al gol en cada mirada. El Cirse era como un gran teatro que esperaba, con su escenario polvoriento, la actuación de un San Cristóbal vestido de gala.
“¡Mira las camisetas que tenemos, papá!”, me gritó Nacho Zava, abriendo los brazos ni bien nos vio llegar. Yo no entendía nada. Tuve que mirar dos veces para darme cuenta de que eran ellos. Así, casi de la nada, apareció Sergio con un bolsón gigante lleno de camisetas blancas con una cruz verde, un nuevo diseño que reemplazaba al ya tradicional del Celtic escocés. “Hacía mas de un mes que les quería dar la sorpresa y siempre llovía, ¡la puta que lo parió!”, se indignó Sergito mientras yo buscaba un 17 que nunca iba a encontrar. “Las hice todas XL y del 1 al 11 y del 20 al 22” dijo nuestro generoso delantero ante mi cara de inquietud al no encontrar mi tradicional dorsal. “Y bue, vamos con la 2”, me resigné, calzándome la casaca.
Si digo que me quedaba grande miento. ¡Me quedaba enorme! “Chino, ya solucionaste tus problemas de velocidad con la remera nueva” me dijo Neme, riéndose de antemano por su chiste. “A ver gordito, ¿por qué decís eso?”, conteste con cara agria. “Porque con lo grande que te queda la camiseta, la fecha que viene te traes un palo, te pones la remera y ya tenés armada la vela, con un poco de viento salís a los pedos, jajaja”, me dijo y se fue, riéndose solo.
Luego de una sesión de fotos del equipo con la pilcha nueva (que inunda en la actualidad nuestras casillas de mails con distintos photoshop de hinchadas eufóricas, relámpagos que sobrevuelan nuestras cabezas y demás artificios), empezó el partido tan postergado. Ellos se veían como un conjunto ordenado y medio patadura, casi como nosotros. La diferencia estaba en que tenían algunos jugadores con distintos atributos físicos que volcaban la balanza a nuestro favor (real y metafóricamente hablando). El 9 de ellos, por ejemplo, era un alfeñique adolescente que casi no tocó la pelota en todo el partido. El 10 era un Alfredo Casero rubio, con rulos y pelo largo que casi me quiebra todos los huesos en un corner. Resulta que el gordo, siguiendo el vuelo de la pelota, empezó a correr para atrás como hipnotizado y tuve que pegarle flor de empujón para no terminar bajo tierra. “¡Penal juez, me empujaron!”, gritó el bola de fraile al sentir mis manitos hundiéndose en su adiposidad infinita. “Fui yo chabón, te tuve que empujar porque si te caías encima mío me aplastas sin joda”, le dije sin ningún filtro. El gordito no dijo nada y volvió a su puesto. Estimo yo que viendo mi cara comprendió que lo empujé para salvar mi vida y no para hacerle falta.
El segundo tiempo nos encontró 1 a 1, jugando bien y con un Neme inspirado. “¡Bien Neme, así papá!”, lo arengué luego de un quite. Y él, como siempre, contestó a lo Neme: “¡Es que estoy re livianito, ayer me eche dos polvitos con una dominicana en Dolly´s que no sabes lo que era!”…
La victoria se empezó concretar luego de un gol de Nacho Zumbo, en una jugada a puro huevo y coraje de Sergio y Nico R. Pero el que le puso el sello y la rúbrica a los 3 puntos fue nuestro Portero Maravilla, Nicolás La Flaca Cissé. Este ejemplar de guardametas, tantas veces castigado en esta sección, fue el artífice de la victoria con la que fue su mejor atajada en el año: vino un tiro libre desde su derecha y la bola se hizo globo en el cielo del Cirse. Voló y voló sobre todas las cabezas y él, con la mirada fija y penetrante en el esférico, volvió sobre sus pasos hasta pararse casi en la línea de gol. Yo, que estaba en la mitad del área, giré la cabeza y, al ver el recorrido de la bocha, las tripas se me revolvieron en un dolor similar al que tenía cuando daba esos exámenes de matemática en los que sabía que se venía un 4 irremontable. Esa pelota tenía destino de gol y de empate injusto, tan injusto como el sueldo de los jubilados. Pero no. Esta vez nuestro espigado guardavallas le torció la mano al destino y con un salto ágil arqueó su cuerpo hacia atrás y le dio un manotazo seco, casi displicente a la pelota que ya estaba a la altura del ángulo. Desde afuera se escuchó el “Gooouuuuuuuuhhhh” (ese grito de euforia inicial que muere en un lamento incomprensible) de nuestros rivales. Cissé giró con gesto fiero, como quien sabe que acaba de hacer algo importante, se sacudió los restos de polvo que tenía en los guantes y se preparó para esperar el corner…
(NdeR: Luego del partido se escuchó por ahí que Cissé pudo sacar esa bocha porque ya no usa el bucito del Mono Navarro Montoya ya que esa casaca, pequeña y añeja, le quedaba muy corta de mangas y no le dejaba levantar las manos mas allá de la línea de sus ojos. Por ahora nadie lo pudo confirmar…)
Luego de tamaña participación del arquero (participación gloriosa como la de Neme con la dominicana, por cierto), el partido se liquidó sobre la hora con un gol de Sergio, el tercero de la cuenta albiverde, que dejó contento al equipo por no tener que terminar la victoria aguantando los huevos en la garganta.
Nos pegamos un baño (algunos), un volante por izquierda (también espigado él) espió algunos pitos por la ventanita del vestuario al grito de “¡Ay! ¡Puedo ver todos los pitos!”, y me fui. Como recordé que no tenía cambio, volví hasta la garita donde están los árbitros y el planillero, y les pedí a ellos. Los pibes, al verme salir de entre los referís contando la guita no entendían mucho, entonces ahí nomás les tiré el dato alentador de cara al futuro: “¡Muchachos, todo arreglado, el próximo partido ganamos y nos dan un penal seguro!”
¡Saludos sancristobaleanos, y hasta la semana que viene!
A las dos cuadras, mientras esperaba que corte el semáforo, se me pusieron a la par Pablito, Mauro y Fede en otro bólido y, bajando la ventanilla, el ruludo lateral izquierdo me dijo con voz muy afeminada: “¿Qué pasa? ¿Vos no te vas a comer la banana, bombón?”. Gire la cabeza hacia su auto y lo miré sin expresión. En ese momento recordé lo apretaditos que estamos en el área en cada centro y la sola imagen de la emboscada traicionera de Pablito saltando por detrás mío apoyando toda su humanidad contra mi débil anatomía me hizo poner primera y arrancar lo más rápido posible hacia la 25 de Mayo.
El día era perfecto. Hacía calor y el sol hacía brillar los objetos con una intesidad notable; los árboles disparaban un verde furioso desde sus copas, los arcos resaltaban un blanco profundo invitando al gol en cada mirada. El Cirse era como un gran teatro que esperaba, con su escenario polvoriento, la actuación de un San Cristóbal vestido de gala.
“¡Mira las camisetas que tenemos, papá!”, me gritó Nacho Zava, abriendo los brazos ni bien nos vio llegar. Yo no entendía nada. Tuve que mirar dos veces para darme cuenta de que eran ellos. Así, casi de la nada, apareció Sergio con un bolsón gigante lleno de camisetas blancas con una cruz verde, un nuevo diseño que reemplazaba al ya tradicional del Celtic escocés. “Hacía mas de un mes que les quería dar la sorpresa y siempre llovía, ¡la puta que lo parió!”, se indignó Sergito mientras yo buscaba un 17 que nunca iba a encontrar. “Las hice todas XL y del 1 al 11 y del 20 al 22” dijo nuestro generoso delantero ante mi cara de inquietud al no encontrar mi tradicional dorsal. “Y bue, vamos con la 2”, me resigné, calzándome la casaca.
Si digo que me quedaba grande miento. ¡Me quedaba enorme! “Chino, ya solucionaste tus problemas de velocidad con la remera nueva” me dijo Neme, riéndose de antemano por su chiste. “A ver gordito, ¿por qué decís eso?”, conteste con cara agria. “Porque con lo grande que te queda la camiseta, la fecha que viene te traes un palo, te pones la remera y ya tenés armada la vela, con un poco de viento salís a los pedos, jajaja”, me dijo y se fue, riéndose solo.
Luego de una sesión de fotos del equipo con la pilcha nueva (que inunda en la actualidad nuestras casillas de mails con distintos photoshop de hinchadas eufóricas, relámpagos que sobrevuelan nuestras cabezas y demás artificios), empezó el partido tan postergado. Ellos se veían como un conjunto ordenado y medio patadura, casi como nosotros. La diferencia estaba en que tenían algunos jugadores con distintos atributos físicos que volcaban la balanza a nuestro favor (real y metafóricamente hablando). El 9 de ellos, por ejemplo, era un alfeñique adolescente que casi no tocó la pelota en todo el partido. El 10 era un Alfredo Casero rubio, con rulos y pelo largo que casi me quiebra todos los huesos en un corner. Resulta que el gordo, siguiendo el vuelo de la pelota, empezó a correr para atrás como hipnotizado y tuve que pegarle flor de empujón para no terminar bajo tierra. “¡Penal juez, me empujaron!”, gritó el bola de fraile al sentir mis manitos hundiéndose en su adiposidad infinita. “Fui yo chabón, te tuve que empujar porque si te caías encima mío me aplastas sin joda”, le dije sin ningún filtro. El gordito no dijo nada y volvió a su puesto. Estimo yo que viendo mi cara comprendió que lo empujé para salvar mi vida y no para hacerle falta.
El segundo tiempo nos encontró 1 a 1, jugando bien y con un Neme inspirado. “¡Bien Neme, así papá!”, lo arengué luego de un quite. Y él, como siempre, contestó a lo Neme: “¡Es que estoy re livianito, ayer me eche dos polvitos con una dominicana en Dolly´s que no sabes lo que era!”…
La victoria se empezó concretar luego de un gol de Nacho Zumbo, en una jugada a puro huevo y coraje de Sergio y Nico R. Pero el que le puso el sello y la rúbrica a los 3 puntos fue nuestro Portero Maravilla, Nicolás La Flaca Cissé. Este ejemplar de guardametas, tantas veces castigado en esta sección, fue el artífice de la victoria con la que fue su mejor atajada en el año: vino un tiro libre desde su derecha y la bola se hizo globo en el cielo del Cirse. Voló y voló sobre todas las cabezas y él, con la mirada fija y penetrante en el esférico, volvió sobre sus pasos hasta pararse casi en la línea de gol. Yo, que estaba en la mitad del área, giré la cabeza y, al ver el recorrido de la bocha, las tripas se me revolvieron en un dolor similar al que tenía cuando daba esos exámenes de matemática en los que sabía que se venía un 4 irremontable. Esa pelota tenía destino de gol y de empate injusto, tan injusto como el sueldo de los jubilados. Pero no. Esta vez nuestro espigado guardavallas le torció la mano al destino y con un salto ágil arqueó su cuerpo hacia atrás y le dio un manotazo seco, casi displicente a la pelota que ya estaba a la altura del ángulo. Desde afuera se escuchó el “Gooouuuuuuuuhhhh” (ese grito de euforia inicial que muere en un lamento incomprensible) de nuestros rivales. Cissé giró con gesto fiero, como quien sabe que acaba de hacer algo importante, se sacudió los restos de polvo que tenía en los guantes y se preparó para esperar el corner…
(NdeR: Luego del partido se escuchó por ahí que Cissé pudo sacar esa bocha porque ya no usa el bucito del Mono Navarro Montoya ya que esa casaca, pequeña y añeja, le quedaba muy corta de mangas y no le dejaba levantar las manos mas allá de la línea de sus ojos. Por ahora nadie lo pudo confirmar…)
Luego de tamaña participación del arquero (participación gloriosa como la de Neme con la dominicana, por cierto), el partido se liquidó sobre la hora con un gol de Sergio, el tercero de la cuenta albiverde, que dejó contento al equipo por no tener que terminar la victoria aguantando los huevos en la garganta.
Nos pegamos un baño (algunos), un volante por izquierda (también espigado él) espió algunos pitos por la ventanita del vestuario al grito de “¡Ay! ¡Puedo ver todos los pitos!”, y me fui. Como recordé que no tenía cambio, volví hasta la garita donde están los árbitros y el planillero, y les pedí a ellos. Los pibes, al verme salir de entre los referís contando la guita no entendían mucho, entonces ahí nomás les tiré el dato alentador de cara al futuro: “¡Muchachos, todo arreglado, el próximo partido ganamos y nos dan un penal seguro!”
¡Saludos sancristobaleanos, y hasta la semana que viene!
martes, 10 de noviembre de 2009
Tabla de Posiciones
Las posiciones, cumplida la cuarta fecha del torneo, muestran que la victoria conseguida por San Cristóbal lo deposita fuera de la zona roja y con buenas perspectivas de cara al futuro.
domingo, 8 de noviembre de 2009
FECHA 4: San Cristóbal 3 - Del Parque 1
Y un día volvió el equipo. La tercera fue la vencida. Luego de dos sorpresivas derrotas en las primeras fechas del torneo, el equipo revirtió su imagen y logró su primer triunfo: venció, merecidamente, por 3 a 1 a Del Parque, equipo que tenía un record de 1PG (2-0 a Mariano Acosta Team, equipo que nos ganó 4-2) y 1PP, por lo que el triunfo tiene un mejor sabor.
Además, hay que resaltar que San Cristóbal FC presentó nueva camiseta (gracias a las gestiones realizadas por el delantero Sergio Miguez) y nuevo capitán, sucesos que, sumados a la ausencia de una piedra importante y reconocida, podrían ser considerados por algún creyente como cábalas que sirvieron a la victoria del equipo.
El comienzo del partido encontró a San Cristóbal muy metido, ejerciendo gran presión en el mediocampo y haciéndose, consecuentemente, rápido de la posesión del balón. A eso se le agregó una sucesiva generación clara de jugadas en ofensiva, haciendo circular la pelota criteriosamente. El verdiblanco se acercaba sigilosamente al arco rival y contaba con chances no muy claras. En la primera, en una linda combinación por izquierda, Nicolás Rameri definió mansamente a las manos del arquero luego de que un defensor lo trabara rudamente, provocándole, a su vez, una dolencia en una de sus piernas lo que generó la entrada de la asistencia médica. Apenas comenzaba el partido y el “Crush Dummie” no escapaba de su lógica, pero esa fórmula daría sus frutos. Una segunda jugada de aproximación-peligro la protagonizó Sergio Miguez, quien con una media vuelta luego de un lateral, sacó un tiro mordido que paso a dos metros del palo derecho del arco rival. En eso, el rival contó con su primera aproximación que fue un tiro libre que el N°10 rival (entrado en ravioles) ejecutó con maestría hacia el ángulo derecho superior del arco defendido por Nicolás “Cissé” Espiñeira, pero la pelota se fue apenitas por encima del arco mientras el arquero tenía controlada la situación. Acto seguido, y luego de un par de laterales, San Cristóbal enarboló un gran contraataque por el sector derecho que culminó con un centro atrás de Miguez y una definición a las manos del portero de parte de Rameri. El equipo se sentía bien en la cancha: bien parado e incisivo en sus ataques, pero… Inmerecidamente, el equipo rival se encontró con la ventaja en el marcador. El lateral derecho (una especie de Álvaro Pereira) ganó una pelota dividida en ¾ de cancha peleando con Ignacio Zavadil y se predispuso a lastimar al rival escalando por su costado. En eso, supera a Pablo León y también a Mauro Vázquez, quién salió a cruzarle ante el intento fallido de su compañero, y se mete en el área contra la línea de fondo. Mauro lo seguía de atrás, viéndole la patente, y nadie salía a cruzarlo. Cuando la jugada pedía centro-pase atrás, el lateral sacó un sablazo al primer palo, pero Cissé, haciendo lo que no hizo Roberto Abbondanzieri, achicó su palo y tapó el primer remate. Acto seguido, la pelota quedó boyando en un área minado de camisetas verde y blancas, pero lamentablemente fue a parar a pies de un delantero rival que le entró sin mucha potencia y que justo, cuando el arquero parecía volver a sacarla, se desvío en otro defensor sancristobaleando (Andrés “Chino” Lence) y se coló en el arco, dejando sin reacción al uno. Los jugadores del tradicional barrio porteño se miraban anonadados ya que estaban mostrando un gran nivel pero, en una jugada aislada, se encontraba con el resultado en contra. Lejos de desmoronarse anímicamente (algo usual si se tiene en cuenta rendimientos anteriores del conjunto), el equipo siguió jugando con la pelota al pie y buscando abrir el cerrojo rival. Así las cosas, en la próxima jugada de peligro sancristobaleana, se gestó una linda combinación por izquierda que casi termina en gol pero que tuvo como saldo un corner a favor. De ese mismo envío, ejecutando al corazón del área por I. Zavadil, llegó el cabezazo certero de su hermano, Nicolás, quien estampó el 1 a 1. El marcador comenzaba a asemejarse un poco a lo que sucedía en los verdes campos, y el ánimo de San Cristóbal se restituía. En eso, vino la mejor jugada de la tarde (y a favor eh…): el equipo rival debía reventar la pelota en el andarivel derecho, pero la perdieron ante la presión asfixiante de Miguez y de León, quien finalmente fue el que logró puntear y arrebatar el balón. El destinatario fue el mismísimo Miguez que tocó al medio con Ignacio Zumbo, quien la pedía en solitario mientras León pasaba como una flecha al ataque. Zumbo, rápido de mente, tocó de primera, sutilmente, habilitando a León, quien, para ese entonces, había desactivado el off-side al penetrar raudamente la línea defensiva rival. Así, el lateral izquierdo, con el arquero rival que salía a atorar, sacó un remate a la humanidad del portero, quien desvió el remate incompletamente, ya que requirió el despeje de la pelota que caía llovida por parte de un zaguero. Inmediatamente, el rival la volvió a perder en una zona altamente peligrosa, vino un cambio de lado desde la derecha de Miguez para la entrada de I. Zavadil, quien, con la pelota picando en la entrada del área, saco un remate algo mordido que el arquero resolvió excelentemente volando hacia su izquierda. Del Parque zafaba una vez más y San Cristóbal merecía largamente la victoria. La última jugada a rescatar de ese primer tiempo fue una unipersonal de Diego “Bambi” Nartallo que apiló un par de jugadores y, mientras Rameri se abría a su derecha llevándose una marca, buscaba su mejor perfil para rematar al arco. Sorpresivamente, los zagueros se iban abriendo y la perspectiva del arco era cada vez más tentadora por lo que, a pesar de poder haber penetrado en el área, decidió sacar un remate desde la medialuna del área que fue mansita al medio donde se encontraba el portero rival.
Además, hay que resaltar que San Cristóbal FC presentó nueva camiseta (gracias a las gestiones realizadas por el delantero Sergio Miguez) y nuevo capitán, sucesos que, sumados a la ausencia de una piedra importante y reconocida, podrían ser considerados por algún creyente como cábalas que sirvieron a la victoria del equipo.
El comienzo del partido encontró a San Cristóbal muy metido, ejerciendo gran presión en el mediocampo y haciéndose, consecuentemente, rápido de la posesión del balón. A eso se le agregó una sucesiva generación clara de jugadas en ofensiva, haciendo circular la pelota criteriosamente. El verdiblanco se acercaba sigilosamente al arco rival y contaba con chances no muy claras. En la primera, en una linda combinación por izquierda, Nicolás Rameri definió mansamente a las manos del arquero luego de que un defensor lo trabara rudamente, provocándole, a su vez, una dolencia en una de sus piernas lo que generó la entrada de la asistencia médica. Apenas comenzaba el partido y el “Crush Dummie” no escapaba de su lógica, pero esa fórmula daría sus frutos. Una segunda jugada de aproximación-peligro la protagonizó Sergio Miguez, quien con una media vuelta luego de un lateral, sacó un tiro mordido que paso a dos metros del palo derecho del arco rival. En eso, el rival contó con su primera aproximación que fue un tiro libre que el N°10 rival (entrado en ravioles) ejecutó con maestría hacia el ángulo derecho superior del arco defendido por Nicolás “Cissé” Espiñeira, pero la pelota se fue apenitas por encima del arco mientras el arquero tenía controlada la situación. Acto seguido, y luego de un par de laterales, San Cristóbal enarboló un gran contraataque por el sector derecho que culminó con un centro atrás de Miguez y una definición a las manos del portero de parte de Rameri. El equipo se sentía bien en la cancha: bien parado e incisivo en sus ataques, pero… Inmerecidamente, el equipo rival se encontró con la ventaja en el marcador. El lateral derecho (una especie de Álvaro Pereira) ganó una pelota dividida en ¾ de cancha peleando con Ignacio Zavadil y se predispuso a lastimar al rival escalando por su costado. En eso, supera a Pablo León y también a Mauro Vázquez, quién salió a cruzarle ante el intento fallido de su compañero, y se mete en el área contra la línea de fondo. Mauro lo seguía de atrás, viéndole la patente, y nadie salía a cruzarlo. Cuando la jugada pedía centro-pase atrás, el lateral sacó un sablazo al primer palo, pero Cissé, haciendo lo que no hizo Roberto Abbondanzieri, achicó su palo y tapó el primer remate. Acto seguido, la pelota quedó boyando en un área minado de camisetas verde y blancas, pero lamentablemente fue a parar a pies de un delantero rival que le entró sin mucha potencia y que justo, cuando el arquero parecía volver a sacarla, se desvío en otro defensor sancristobaleando (Andrés “Chino” Lence) y se coló en el arco, dejando sin reacción al uno. Los jugadores del tradicional barrio porteño se miraban anonadados ya que estaban mostrando un gran nivel pero, en una jugada aislada, se encontraba con el resultado en contra. Lejos de desmoronarse anímicamente (algo usual si se tiene en cuenta rendimientos anteriores del conjunto), el equipo siguió jugando con la pelota al pie y buscando abrir el cerrojo rival. Así las cosas, en la próxima jugada de peligro sancristobaleana, se gestó una linda combinación por izquierda que casi termina en gol pero que tuvo como saldo un corner a favor. De ese mismo envío, ejecutando al corazón del área por I. Zavadil, llegó el cabezazo certero de su hermano, Nicolás, quien estampó el 1 a 1. El marcador comenzaba a asemejarse un poco a lo que sucedía en los verdes campos, y el ánimo de San Cristóbal se restituía. En eso, vino la mejor jugada de la tarde (y a favor eh…): el equipo rival debía reventar la pelota en el andarivel derecho, pero la perdieron ante la presión asfixiante de Miguez y de León, quien finalmente fue el que logró puntear y arrebatar el balón. El destinatario fue el mismísimo Miguez que tocó al medio con Ignacio Zumbo, quien la pedía en solitario mientras León pasaba como una flecha al ataque. Zumbo, rápido de mente, tocó de primera, sutilmente, habilitando a León, quien, para ese entonces, había desactivado el off-side al penetrar raudamente la línea defensiva rival. Así, el lateral izquierdo, con el arquero rival que salía a atorar, sacó un remate a la humanidad del portero, quien desvió el remate incompletamente, ya que requirió el despeje de la pelota que caía llovida por parte de un zaguero. Inmediatamente, el rival la volvió a perder en una zona altamente peligrosa, vino un cambio de lado desde la derecha de Miguez para la entrada de I. Zavadil, quien, con la pelota picando en la entrada del área, saco un remate algo mordido que el arquero resolvió excelentemente volando hacia su izquierda. Del Parque zafaba una vez más y San Cristóbal merecía largamente la victoria. La última jugada a rescatar de ese primer tiempo fue una unipersonal de Diego “Bambi” Nartallo que apiló un par de jugadores y, mientras Rameri se abría a su derecha llevándose una marca, buscaba su mejor perfil para rematar al arco. Sorpresivamente, los zagueros se iban abriendo y la perspectiva del arco era cada vez más tentadora por lo que, a pesar de poder haber penetrado en el área, decidió sacar un remate desde la medialuna del área que fue mansita al medio donde se encontraba el portero rival.
El segundo tiempo fue otro cantar ya que no se jugó con la misma intensidad. El rival ya había mostrado sobradas pruebas de merma física (inclusive, el 10 había estado por diez minutos fuera del campo en la primera parte por un eventual desgarro) y se suponía que San Cristóbal había quemado muchos cartuchos. Así las cosas, el partido se volvió más trabado y dependió de errores propios y ajenos para la hilvanación de jugadas de riesgo. En este lineamiento, una jugada intrascendente a favor de San Cristóbal casi termina con el gol de la ventaja cuando el arquero rival, en vez de tomar la pelota con sus manos luego de un pelotazo, salió jugando con los pies y le dejó la pelota servida a Ignacio Zavadil en ¾ de cancha, quien se acomodó y sacó un remate a colocar y por encima del portero que fue sacado por un defensor casi en la línea. Acto seguido, la desconcentración se notó en nuestro equipo: dicho corner fue jugado corto y estrepitosamente mal por Rameri hacia Sampayo, generando una contra innecesaria del rival que terminó con la pelota en las manos de Cissé. Y si seguimos con los errores, no debemos dejar pasar las fallas rivales en el segundo gol sancristobaleano que llegó a los 4 minutos de esa segunda parte. León recuperó en mitad de cancha y cedió para Zumbo, quien remontó la cancha y metió una habilitación a la izquierda para Miguez. El defensor que venía con él le ganó en velocidad, pero cometió el pecado de, contra la raya de fondo, enganchar para dentro de forma poco ortodoxa, quedándole la pelota larga. En eso, Rameri, siempre listo para molestar, anticipó a la segunda jugada del defensor y punteó el balón, que rebotó en una de las canillas de Miguez y fue a parar a la posición de Zumbo, quien estaba entrando por el medio del área. El volante, sin pararla ni dudarlo, clavó un derechazo bárbaro e inatajable para el arquero rival que derivó en el 2-1 parcial. Muy buen gol, fruto de la persistencia y la garra de los dos delanteros, y de la verticalidad y eficacia del aguerrido volante. Del Parque se veía muerto físicamente pero sabía que luchando algo podía conseguir. Entonces, trató de agarrar un poco más la pelota y acercarse con más gente al área verdiblanco, lo que fue ayudado con muchas faltas cometidas por el equipo en las adyacencias del mismo. Así, tuvieron un par de remates desde una posición del lado izquierdo por sendas faltas, que una fue desactivada por Cissé cuando buscaba arco y la otra murió en la nada. Si bien eran tímidos estos avances, mostraban que el rival venía ganando terreno, por lo que San Cristóbal debía mejorar en la lectura del partido y jugar con el rival teniendo el resultado a favor. Esto es: el equipo ya no atacaba ni con intensidad ni con densidad (hubo un par de remates de larga distancia, tanto de Miguez como de Rameri, que buscaron sorprender al arquero de emboquillada) y menos con inteligencia, ya que el desgaste físico impedía estar ávido de iniciativa, por lo que había que buscar hacerse de la pelota y tocarla en el medio campo para terminar de cansar al rival. A su vez, así como el rival presionaba con tiros libres cercanos al área, San Cristóbal supo tener varios centros (de tiro libre o corner) que no fueron gol porque siempre falto un pelito para poder empujarla. Los marcadores rivales perdían fácilmente la marca y los sancristobaleanos estuvieron en tres o cuatro ocasiones a punto de marcar. Pero fue otra vez un tiro libre rival, y desde la misma zona que los anteriores, que erizó los pelos de los espectadores: el jugador de Del Parque remató con rosca buscando el ángulo superior del segundo palo; cuando parecía que se le colaba por detrás a Cissé, y los simpatizantes del equipo atacante ya gritaban el gol, el arquero metió un manotazo y la sacó del ángulo. Así, del potencial empate rival, comenzaron a venir las jugadas peligrosas para San Cristóbal y la concreción del 3-1 final. Primero, un corner a favor derivo en una serie de remates y rebotes dentro del área rival que derivó en que la pelota quede boyando en la puerta del área y Sampayo meta un fierro remate que impactó contra el palo derecho del arco defendido por el arquero. Pero las carambolas no terminaban ahí y mientras unos no podían sacarla, otros no podían meterla. Cosas de la vida y, también, de un partido de fútbol. La tapada de Cissé, sumado a la casi concreción del tercero, habían destruido las aspiraciones del rival por llegar al empate ya que, a partir de entonces, los nervios se adueñaron de ellos y no pudieron hacerse más de la posesión del balón. Encima, para desgracia del rival, inmediatamente llegó el esperado tercer gol: pelotazo de Zumbo, el 4 queda enganchado, y Rameri se va sólo hacia el arco con la pelota picando. Si bien la jugada pedía pase a la izquierda para la entrada en solitario de Miguez (y, quizás, el delantero haya querido hacer eso), lo cierto es que al delantero le salió un remate tibio que tapó el portero (en las imágenes de la televisión se puede observar cómo la pelota iba al arco y no al otro delantero), aunque dejando un rebote que bien supo aprovechar Miguez para poner el último gol del partido. Un gol que significaba más de lo que decía el marcador: conllevaba tranquilidad, dejar los nervios de lado y ver que el triunfo era una realidad. Además, apaciguó al rival, que no supo qué otro camino tomar, y que sólo pudo probar con un remate débil y bombeado desde lejos que beso el ángulo izquierdo de Cissé, a pesar de que éste tenía bajo su control lo que sucedía en su zona de influencia.
Eso fue todo. Un partido con un primer tiempo cargado de intensidad y buen juego por parte del equipo, y un segundo en el que, por el desgaste físico, fue necesario sufrir un poco y salir de contra para buscar la victoria. Así las cosas, San Cristóbal consiguió sus primeros tres puntos del torneo que lo ayudan a salir de la zona roja y mirar con más optimismo lo que viene (si las lluvias lo dejan).
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