De movida me di cuenta de que el domingo era distinto. Salí de casa con tiempo para dejar a Anita y ponerle aceite a mi 147 (mi auto fuma mas que un preso, sepanlo) y no hubo ningún mensaje puteador pidiendo por mi pronta presencia en el colegio Manuel Belgrano, el ya conocido y mítico punto de encuentro albiverde. Así planteadas las cosas, el clima del equipo era tan relajado que ni bien llegué a la puerta del industrial lo primero que vi fue como Mauro y Pablo León caminaban al tranquito por Cochabamba comiendo una banana cada uno. “Es para el potasio” dijeron, casi a coro, cuando percibieron mi mirada desconfiada. “Seee… claro”, contesté mientras arrancaba y me daba cuenta de que mi copiloto, Nachito Zumbo también se clavaba un plátano sin dudar y dejaba el mío en el asiento trasero.
A las dos cuadras, mientras esperaba que corte el semáforo, se me pusieron a la par Pablito, Mauro y Fede en otro bólido y, bajando la ventanilla, el ruludo lateral izquierdo me dijo con voz muy afeminada: “¿Qué pasa? ¿Vos no te vas a comer la banana, bombón?”. Gire la cabeza hacia su auto y lo miré sin expresión. En ese momento recordé lo apretaditos que estamos en el área en cada centro y la sola imagen de la emboscada traicionera de Pablito saltando por detrás mío apoyando toda su humanidad contra mi débil anatomía me hizo poner primera y arrancar lo más rápido posible hacia la 25 de Mayo.
El día era perfecto. Hacía calor y el sol hacía brillar los objetos con una intesidad notable; los árboles disparaban un verde furioso desde sus copas, los arcos resaltaban un blanco profundo invitando al gol en cada mirada. El Cirse era como un gran teatro que esperaba, con su escenario polvoriento, la actuación de un San Cristóbal vestido de gala.
“¡Mira las camisetas que tenemos, papá!”, me gritó Nacho Zava, abriendo los brazos ni bien nos vio llegar. Yo no entendía nada. Tuve que mirar dos veces para darme cuenta de que eran ellos. Así, casi de la nada, apareció Sergio con un bolsón gigante lleno de camisetas blancas con una cruz verde, un nuevo diseño que reemplazaba al ya tradicional del Celtic escocés. “Hacía mas de un mes que les quería dar la sorpresa y siempre llovía, ¡la puta que lo parió!”, se indignó Sergito mientras yo buscaba un 17 que nunca iba a encontrar. “Las hice todas XL y del 1 al 11 y del 20 al 22” dijo nuestro generoso delantero ante mi cara de inquietud al no encontrar mi tradicional dorsal. “Y bue, vamos con la 2”, me resigné, calzándome la casaca.
Si digo que me quedaba grande miento. ¡Me quedaba enorme! “Chino, ya solucionaste tus problemas de velocidad con la remera nueva” me dijo Neme, riéndose de antemano por su chiste. “A ver gordito, ¿por qué decís eso?”, conteste con cara agria. “Porque con lo grande que te queda la camiseta, la fecha que viene te traes un palo, te pones la remera y ya tenés armada la vela, con un poco de viento salís a los pedos, jajaja”, me dijo y se fue, riéndose solo.
Luego de una sesión de fotos del equipo con la pilcha nueva (que inunda en la actualidad nuestras casillas de mails con distintos photoshop de hinchadas eufóricas, relámpagos que sobrevuelan nuestras cabezas y demás artificios), empezó el partido tan postergado. Ellos se veían como un conjunto ordenado y medio patadura, casi como nosotros. La diferencia estaba en que tenían algunos jugadores con distintos atributos físicos que volcaban la balanza a nuestro favor (real y metafóricamente hablando). El 9 de ellos, por ejemplo, era un alfeñique adolescente que casi no tocó la pelota en todo el partido. El 10 era un Alfredo Casero rubio, con rulos y pelo largo que casi me quiebra todos los huesos en un corner. Resulta que el gordo, siguiendo el vuelo de la pelota, empezó a correr para atrás como hipnotizado y tuve que pegarle flor de empujón para no terminar bajo tierra. “¡Penal juez, me empujaron!”, gritó el bola de fraile al sentir mis manitos hundiéndose en su adiposidad infinita. “Fui yo chabón, te tuve que empujar porque si te caías encima mío me aplastas sin joda”, le dije sin ningún filtro. El gordito no dijo nada y volvió a su puesto. Estimo yo que viendo mi cara comprendió que lo empujé para salvar mi vida y no para hacerle falta.
El segundo tiempo nos encontró 1 a 1, jugando bien y con un Neme inspirado. “¡Bien Neme, así papá!”, lo arengué luego de un quite. Y él, como siempre, contestó a lo Neme: “¡Es que estoy re livianito, ayer me eche dos polvitos con una dominicana en Dolly´s que no sabes lo que era!”…
La victoria se empezó concretar luego de un gol de Nacho Zumbo, en una jugada a puro huevo y coraje de Sergio y Nico R. Pero el que le puso el sello y la rúbrica a los 3 puntos fue nuestro Portero Maravilla, Nicolás La Flaca Cissé. Este ejemplar de guardametas, tantas veces castigado en esta sección, fue el artífice de la victoria con la que fue su mejor atajada en el año: vino un tiro libre desde su derecha y la bola se hizo globo en el cielo del Cirse. Voló y voló sobre todas las cabezas y él, con la mirada fija y penetrante en el esférico, volvió sobre sus pasos hasta pararse casi en la línea de gol. Yo, que estaba en la mitad del área, giré la cabeza y, al ver el recorrido de la bocha, las tripas se me revolvieron en un dolor similar al que tenía cuando daba esos exámenes de matemática en los que sabía que se venía un 4 irremontable. Esa pelota tenía destino de gol y de empate injusto, tan injusto como el sueldo de los jubilados. Pero no. Esta vez nuestro espigado guardavallas le torció la mano al destino y con un salto ágil arqueó su cuerpo hacia atrás y le dio un manotazo seco, casi displicente a la pelota que ya estaba a la altura del ángulo. Desde afuera se escuchó el “Gooouuuuuuuuhhhh” (ese grito de euforia inicial que muere en un lamento incomprensible) de nuestros rivales. Cissé giró con gesto fiero, como quien sabe que acaba de hacer algo importante, se sacudió los restos de polvo que tenía en los guantes y se preparó para esperar el corner…
(NdeR: Luego del partido se escuchó por ahí que Cissé pudo sacar esa bocha porque ya no usa el bucito del Mono Navarro Montoya ya que esa casaca, pequeña y añeja, le quedaba muy corta de mangas y no le dejaba levantar las manos mas allá de la línea de sus ojos. Por ahora nadie lo pudo confirmar…)
Luego de tamaña participación del arquero (participación gloriosa como la de Neme con la dominicana, por cierto), el partido se liquidó sobre la hora con un gol de Sergio, el tercero de la cuenta albiverde, que dejó contento al equipo por no tener que terminar la victoria aguantando los huevos en la garganta.
Nos pegamos un baño (algunos), un volante por izquierda (también espigado él) espió algunos pitos por la ventanita del vestuario al grito de “¡Ay! ¡Puedo ver todos los pitos!”, y me fui. Como recordé que no tenía cambio, volví hasta la garita donde están los árbitros y el planillero, y les pedí a ellos. Los pibes, al verme salir de entre los referís contando la guita no entendían mucho, entonces ahí nomás les tiré el dato alentador de cara al futuro: “¡Muchachos, todo arreglado, el próximo partido ganamos y nos dan un penal seguro!”
¡Saludos sancristobaleanos, y hasta la semana que viene!
PRÓXIMO TORNEO
------------ LO QUE EL FINDE NOS DEJÓ -------------
El 0-4 frente a Oeste FC dejó dos perlitas para nuestro regocijo:
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario