La primera imagen de la jornada me arrancó una sonrisa de gol. Nico Z estaba sentado absolutamente solo en la puerta del Manuel Belgrano con un cuaderno en la mano y el bolsón de las camisetas a su derecha. Paré el auto y recién dejó de leer cuando me tuvo al lado. “¿Qué pasa? ¿Estas estudiando al rival?”, le pregunté con una sonrisa. El goleador me miró preocupado. “Yo no tendría que estar acá, Chino… Mañana tengo un final y tengo que estudiar una bocha todavía, no se cómo voy a hacer…”, dijo y la angustia se le dibujaba en la cara como si tuviera que patear el último penal de la final del mundo. “Vas tener que estudiar en el auto a la ida, a la vuelta; vas a tener que salir en el entretiempo y seguir estudiando mientras nosotros jugamos… y, si podés, pedile al referí que te deje entrar con el cuaderno a la cancha, ja!” le respondí para tratar de aflojarlo un poco. Fue inútil. No había terminado de hablar y Nico Z ya estaba sumergido en el texto y obviaba olímpicamente mis comentarios bizarros. A los pocos minutos ya estábamos todos reunidos. Sergio y su Kangoo, Nacho Z, Nachito y amigos, y hasta Lucho (flamante futuro papá), quien se arrimó a saludar y desear suerte. En eso, mientras llegaban Giampol y Neme, un solitario José salió de su casa con una paleta de paddle colgando de su espalda. “¿Qué haces? ¿No venís mas a jugar vos?” le preguntó Nacho Z. “Pasa que nos pusieron los domingos y me re cagaron…” contestó José con visible incomodidad. “Mirá que Nico Sergi la está rompiendo en tu posición, eh” lo pinchó Nico Z con malicia. “Ah, bueno… bien…” fue la amarga respuesta de Jo mientras comenzaba su caminata con la vista perdida en el piso. De más está decir que se fue con el ánimo por el subsuelo al partido y volvió a perder (NdeR: juega un torneo de padel junto a un compañero rengo, pelado y recientemente dominado).
Cuando llegamos a benavides, nos dimos cuenta de algo: el domingo se presentaba absolutamente ideal. No había viento, no hacía frío pero tampoco calor, y el cielo, nublado pero luminoso, se mostraba con una tenue cortina de nubes que daban la impresión de ser como una fina tela gris que nos protegía del sol. El aire, fresco y seco, nos llenaba los pulmones con una pureza digna de las sierras cordobesas. “Que lindo esta para jugar, che”, resumió Neme mirando al cielo y con las manos en la buzarda. “Está templadito, no hace calor, nada…”, amplió o rey do cabarulo . Yo acompañé su razonamiento en silencio mientras cruzábamos la callecita que da a la entrada al club. En la puerta nos cruzamos con Pabli que recién llegaba. El resto ya estaba adentro, sentados en torno al bolsón de camisetas, pegados al alambrado que divide al predio de un inmenso terreno en donde pastan libremente caballos de los más variados colores (si, aunque usted no lo crea, hay un caballo gris, uno marrón, uno negro y un pony color café con leche). “Ustedes tiene las pelotas, ¿no?” consultó Giampol preocupado. “¿Qué pelotas?”, respondió Nico Z. “¡Las nuestras, boludo!”, se preocupó el robot. “La mía no se quién se la llevo pero desapareció”, acotó Sergio. Sucede que el domingo pasado, mientras todos salían corriendo tratando de escapar de la tormenta eléctrica que casi destruye todos los autos del equipo con una granizada feroz, las pelotas con las que entramos en calor quedaron a la deriva y ya nada se supo de ellas. El que más lamentó la pérdida fue JP. “La Nike era mía… ¡Qué lástima que se perdió! Yo tenía sentimientos profundos por esa pelota: me acuerdo que en Brasil casi me agarro a piñas con un bañero porque, como no se podía jugar al fútbol en la playa, el tipo me quería sacar la pelota”, dijo Gabo, con un gesto triste y melancólico en su mirada.
Nos plantamos en el campo con la misma defensa del domingo y algunos retoques en el medio. La novedad era nuestro 10, llamado Tommy (y bautizado posteriormente como “Hilfiger”), un refuerzo de lujo para el team. Jugador de las inferiores de Ferro, hábil y de buena pegada, deslumbró al toque a Nacho Z. “A ver, pegale vos”, le pidió a Tommy a la hora de tirar un pase largo. Después hizo lo mismo con un par de nosotros. “No, nada que ver: cuando le pega él viaja de otra manera la bocha” constató la garza al ver la precisión del 10. El pibe solo atinó a reirse.
UOM 3 de febrero era un rival bravo. Venían primeros y tenían pinta de ser complicados. Lo fueron. De movida empezaron a tocar la pelota de un lado a otro con rapidez y buen pie. Nosotros, bien armados atrás con Nico Sergi como puntal y con Sergio demostrando ser un arquero de la hostia, nos parábamos para contragolpear. Mi marca era un muchacho petisito y veloz, al que tuve que correr de atrás unas cuantas veces. Lo bueno de esa desventaja fue que tuve varias veces un primer plano de sus botines. Tenía unos Adidas que ya había visto una vez en el Abasto y me enamoraron. Negros, con el encordado de costado, las tres tiras de Adidas en la parte de afuera del pie y la suela blanca con los tapones negros. Juro que si hubiera sido un partido mas light le hubiera dicho “¡Qué buenos timbo’, chabon!”…
La realidad es que nos tenían contra un arco. Sergio sacó un par de bochas del ángulo y Nico Sergi y Giampol eran un frontón que sacaban todo lo que les pasaba cerca. Pero no alcanzaba. Yo tenía la sensación de que en cualquier momento nos clavaban un gol. Y, sin embargo, llegó el milagro. Una buena bocha le tiraron a Nico Z, quien la peleó entre dos rivales, ganó la posición y definió por arriba del arquero. Alegría y sorpresa. Ellos no entendían mucho que pasaba pero no se preocuparon y siguieron jugando igual de tranquilos que hasta el momento. Por supuesto que no se les hizo fácil la cosa. Giampol, abonado a los roces y tumultos, fue al piso con uno de ellos y cuando se quiso parar, este lo agarro y no lo dejó. Minutos después, en otro cruce con el mismo rival, JP fue al piso con el adversario y el Robot lo pisó con total intención. Ahí nomás empezaron las puteadas. “¡Pará viejo que mañana hay que ir a laburar!” dijo uno de ellos. “¿Qué laburar? Estás jugando al fútbol ahora, flaco”, le contesto JP. “Dale chabón, mira que es fútbol esto eh, no te hizo nada”, dijo Sergi, otro de lengua filosa. “Ah, ¿querés jugar al fútbol así? ¡Listo! Ya vas a ver cómo jugamos al fútbol…”, se plantó el 5 de ellos. Yo les miré las caras a ellos y pensé que si empezaban a pegar patadas la cosa terminaba en una carnicería total. Por suerte, el partido siguió limpio y no pasó nada. Bah, casi nada, en realidad, porque nos empataron al toque. En un centro desde la izquierda y, luego de una peinada del 9 de ellos, entró otro por atrás de todos y partió el arco casi sobre la hora. Nos fuimos al descanso con la calentura de la igualdad postrera y, como siempre, a los gritos: “¿Qué querés Neme? Para vos es muy fácil, estas ahí atrás y yo no puedo ir y venir todo el tiempo, no soy un jugador profesional, ¡pelotudo!” dijo Nacho Z con su calentura habitual. “Pero loco, regula un poco más te digo. Sino, me encaran de a 3 siempre”, retrucó Nemerías. “Claro, para vos es tan fácil decirlo”, completó Nacho y empezaron los gritos de todos. Yo me alejé un momento del griterío y miré a los flacos de UOM: parecían sordo mudos. Ninguno hablaba, un par tomaban agua, otros se fumaban un puchito como si estuvieran en la esquina del barrio, el resto descansaba mirando el pasto. Paz de cementerio. Cuando terminaron los gritos volvimos al césped sabiendo que se venía lo más bravo: aguantar las embestidas de UOM. Sin embargo, San Cristóbal estaba bien parado, tocaba más y mejor en el medio, y ellos no elaboraban chances claras. La oportunidad de hacer un gol no estaba tan lejana ahora. Y con un buen centro desde la izquierda que tiró Nacho Z, Tommy Hilfiger pegó un salto monumental y clavó la pelota en un ángulo. Faltaba mucho, pero el hecho de haberle metido otro gol daba la sensación de que la cosa se podía dar. Ellos empezaron a atacar con todo y, de repente, se dio el “momento San Cristóbal del partido”. En una jugada rápida, UOM quedó a punto de empatar pero apareció justo Neme, como un salvador para rechazar una pelota que iba hacia el gol. La domina, intenta llevarla, pero trastabilla, la pelota se eleva y le da en la mano. “¡Penal!” gritaron ellos desaforados. Por supuesto que el referí, un señor mayor que cobraba todo lo que le gritaban, se los dio. “Lo tenes que echar, es último hombre”, gritaba el 6 de ellos al árbitro, en una actitud muy vigilante que sacó a JP de sus casillas, trenzándose en una discusión que siguió después del partido. Lo miré a Sergio plantado en el arco y con gesto fiero. “Si adivina la punta, lo ataja”, pensé (vamos Chino carajo). Vino el remate, fuerte y a la derecha del portero que hacia allí fue y con una volada genial rechazo el tiro. Nos volvimos locos. Ahí pensé que después de eso el partido no se escapaba. Pero… siempre hay un pero en el camino. Nico Z salió para darle lugar a Daddy Yankee que esperaba afuera ya vestido de delantero. Al rato fue Pabli, con una molestia, el que dejó la cancha. Los cambios no nos favorecieron. A pesar de que los pibes que entraron dejaron todo, perdimos fuerza en ataque y solo restó aguantar. Se vinieron con todo. Aguantamos hasta donde pudimos pero el empate cayó luego de una buena combinación de los delanteros de UOM, en lo que fue un golazo. Y finalmente, cuando la cosa se había puesto mas pareja y el empate era justo (nosotros tuvimos un tiro en el travesaño), ellos consiguieron el tercero luego de mil rebotes en el área y con una posición dudosa de quién finalmente remató al gol.
Se nos escapó el partido como agua entre los dedos. De golpe, sin que nos demos cuenta, un gran partido de San Cristóbal terminó en nada. La última imagen del encuentro dejó a Giampol a las puteadas con el 6 de ellos (un tipo con barba candado) por la jugada del penal. “Andaaaa vos, ¡Garca! ¡Te dejas la barba candado porque sos un garca de mierda!”, le tiraba JP su Máxima de un Robot Cualquiera, y le hacía el gestito de la barba en la cara.
Nos fuimos calientes pero conformes porque el equipo jugó bien, y también apuradísimos porque el cielo estaba negro como el domingo pasado y todos temimos por un nuevo episodio de granizo feroz. Gracias a Dios no pasó nada esta vez. Llegamos masticando bronca pero sin sobresaltos.
¡El domingo hay revancha carajo!
AGUANTE SAN CRISTOBAL!!
PD: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!!
PD 2: CISSÉ MUY PUTO!!!
PRÓXIMO TORNEO
------------ LO QUE EL FINDE NOS DEJÓ -------------
El 0-4 frente a Oeste FC dejó dos perlitas para nuestro regocijo:
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
viernes, 30 de abril de 2010
jueves, 29 de abril de 2010
FECHA 4: San Cristóbal 2 - UOM Tres de Febrero 3
En uno de los partidos más esperados del torneo, San Cristóbal, a pesar de haber dado la talla, perdió 3-2 frente a uno de los serios candidatos al título: UOM 3 de Febrero. El equipo de los metalúrgicos llegaba como el cuco del torneo, pero le costó vencer a un duro equipo albiverde que nunca se rindió ante el nivel técnico y físico del vencedor. Es más: casi siempre el resultado estuvo a favor del club del sur de la Capital. ¿Cómo es esto? A pesar del amplio dominio de la UOM en el primer tiempo, San Cristóbal, a partir de los bastiones Sergio Míguez en el arco y Nicolás Sergi en defensa, quienes la rompieron, aguantó los embates del rival y hasta se encontró con la sorpresa de ponerse arriba en el mercado luego de una bonita definición de emboquillada del goleador Nicolás Zavadil cuando nos acercábamos al final de la primera parte. No obstante, la enjundia del adversario supo verse recompensada antes de finalizar dicha parte: Miguez no pudo seguir manteniendo su invicto y el 1-1 llevaba al entretiempo.
Ya en la segunda parte, con los equipos cansados, la intensidad era menor pero la tónica la misma: la UOM manejaba la pelota, sin tantas llegadas, y San Cristóbal aplicaba su conocido catenaccio en los momentos debidos (esto es: cuando juega frente a rivales superiores). A los 20 minutos del segundo tiempo, parecía que al verde y blanco se le escapaba el partido: un gran cruce inicial de Jorge "Neme" Romero, frente a la solitaria definición de un delantero rival sólo frente al arco (el arquero ya había quedado en el camino), terminó de mala manera, ya que el defensor trastabilló, tocó la pelota con la mano, y el referí decidió cobrar un discutido penal. Sin embargo, el arquero debutante de San Cristóbal (ante las lesiones de los arqueros del plantel) se apostó con seguridad y confianza frente al ejecutor, lo miró con fiereza, dijo "acá estoy yo", y al mejor estilo "Araña" Yashin, se arrojó para su costado derecho, despejando el remate (finalmente enviado al corner, tras el rebote, por Andrés "Chino" Lence). Era la frutilla del postre de una gran actuación (vale la pena decir que el arquero descolgó varias pelotas de los ángulos en el primer tiempo). Esa situación pareció cambiar el rumbo (y el ánimo) del partido cuando en un corner siguiente para San Cristóbal, Ignacio "La Flaca" Zavadil ejecutó con maestría un corner desde la izquierda que Tomás Miralles (en su segundo partido en el club) capitalizó: cabezazo fulminante a uno de los ángulos superiores del portero rival, quien quedaba atónito ante magnánimo gol. San Cristóbal de vuelta arriba en el marcador y el sueño era posible. Pero una vez más el error en los cambios y en la reorganización del equipo (Llamado a la solidaridad: que el DT se digne en aparecer...), ínfluyó en el resultado final. La salida de un punzante N. Zavadil, que le aportaba peso ofensivo y respiro defensivo al equipo, y la de Pablo "Buzarda y Vino Toro" Soria, diezmó al conjunto, que se debilitó y trató de aguantar los ataques del rival a partir de los puntales en defensa: el citado Sergi y Gabriel "Random-bot" Esplugas. Pero la resistencia no fue suficiente: primero llegó el empate y, cuando el partido se moría (minuto 39), un fallido despeje del volante central Ignacio Zumbo dentro del área, derivó en que la pelota le quedará a un delantero rival, solito y solo frente al arco, quien fusiló a gusto y placer al guardavallas Míguez, decretando el 3-2 final para UOM 3 de Febrero. Luego, sólo quedó tiempo para las discusiones y trencillas a partir del tiempo (la gran "Mourinho") que hizo el ganador hasta la culminación del encuentro.
Lamentablemente se perdió un encuentro que, a pesar de no haberlo dominado, encontró a San Cristóbal casi siempre arriba en el marcador. Pero ojo: el rival era muy superior. Recordemos qué pasaba un año atrás contra esta clase de equipos. De seguro que nos ibamos derrotados por un amplio margen. Por eso, es justo aplaudir la actuación de la escuadra: de a poquito se fue gestando en un serio y difícil equipo, plausible de dar el batacazo en cualquier momento. En lo inmediato (la próxima fecha), llega enfrentarse al otro candidato, NIUPI FC (sin Oliver Athom, Benji Price ni Bruce), el cual, de seguro, enfrentará a un equipo con hambre de gloria: el gran SAN CRISTÓBAL FC.
viernes, 23 de abril de 2010
EL RINCONCITO DEL CHINO: "El empedrado camino a la victoria" (Fecha 3)
El domingo me recibió con una sorpresa. Me había levantado hacía aproximadamente media hora cuando sonó el teléfono de línea y una voz preguntaba por mí. No lo podía creer. Después de años de no recibir ningún tipo de llamado por esa vía, alguien me buscaba en el “2078”. Escuché que mi vieja le decía a Nico R que me estaba terminando de bañar y fui hasta el tubo pensando en como ha cambiado la vida. Hoy para comunicarte con alguien, sea para desearle feliz cumpleaños o para saber si va a jugar al fútbol, le mandas un mensaje de texto, le escribís en su muro de Facebook, o le hablas por MSN. Todo lo hacen los dedos, que hoy son como una especie de cuerdas vocales mudas que se comunican en silencio.
“Chino, ¿Qué carajo haces bañándote antes de ir a jugar al fútbol?”, pregunto Nico ni bien atendí. Claro, después de haberlo criticado a José la semana pasada por entrar al agua antes del match sancristobaleano, era justo su reproche. “Es que ayer fui a un asado y Anita estuvo toda la noche hinchándome las bolas con que tenía olor a humo y me tuve que ir a bañar”, le contesté recordando el hit de la noche: “Mi chico de humo”, entonado infinitas veces, y en tono burlón, por mi adorada chica. Por supuesto que Nico no me había llamado para saber por qué me estaba duchando el domingo a las 2 de la tarde, sino que estaba muy preocupado por la cantidad de autos con los que contábamos para ir hasta el culo del mundo. A pesar de que eran pocos los coches disponibles, no me extrañó que por segundo domingo consecutivo, su bólido sufriera misteriosos problemas mecánicos. El fin de semana pasado fue el tema del cambio de aceite que debía hacer el lunes, extraña causa por la cual no podía usar el auto. Luego fue un desperfecto con los frenos lo que le impedía poner su móvil para transportar al grupo. “Yo lo pongo, no hay drama”, le conteste para cerrar la cuestión. Así las cosas, mi fiel 147 se preparaba para salir a las pistas. Y volvía con todo. Como ya he contado en otras ocasiones, el autito fumaba como puta presa y el motorcito ya estaba el borde de morir de EPOC, por lo que fue necesario abrir la billetera y salir a la carretera sin humo en el escape pero con 1600 pesitos menos en el bolsillo…
Viajamos hasta Benavidez con Nico y el Bambi, hábil jugador que se reincorporaba para este match. El rival, Mariano Acosta, nos había ganado en el torneo anterior en un partido parejo en lo que fue una derrota injusta. La revancha se venía saboreando desde el lunes en nuestros paladares. Pero, como siempre, nada es fácil para el albiverde. “Faltan defensores”, fue el amargo anuncio de Nico Zava ni bien nos juntamos en torno al bolsón de las camisetas. No teníamos arquero (Rito y Cissé por problemas físicos, Ricardito por laburo), Fede Sampayo estaba de joda en Tres Arroyos, Fede Warren corría alocadas maratones por la ciudad, José jugaba ¡un torneo de paddle! con un compañero rengo y pelado (perdieron, por supuesto) y Neme debía ir al arco. La improvisación, una vez más, como alguna vez fue el viejo y querido “escritoriazo”, nos sacaba del paso con la presencia de un volante creativo (Nico Sergi), amigo de Nico Z, devenido en defensor central.
Yo, por mi parte, ocupaba el carril derecho y convivía con una certeza: no me sentía para nada bien. La cabeza me dolía desde que me desperté, la respiración se hacía complicada por la gripe que acarreaba desde mediados de semana y jugar de lateral siempre exige un esfuerzo extra. Cuando comenzó a girar la bocha me di cuenta de que no podría jugar más que los 40 minutos iniciales…
Mi marca era un delantero flaco y alto, con la casaca 18, que iba bien de arriba y siempre lo buscaban para el cabezazo. Mi mayor proeza de la tarde fue ir a buscar un pelotazo altísimo cuerpo a cuerpo y en el aire con el 18, y rechazar con un testazo fabuloso aquel envío envenenado. Para alguien con el complejo de cabezazo que sufro yo, esa acción ya vale el partido…
El trámite del encuentro no nos trajo demasiadas complicaciones. Ellos intentaban por abajo y con pelotazos para los delanteros, pero no llegaban mucho. En cambio, nosotros comenzamos con la habitual costumbre de desperdiciar goles de todos los colores. Jerito, que volvía junto a Nacho Zumbo (los motores del equipo, sin dudas), reventó el travesaño con un bombazo; luego Nico Z erró un gol increíble casi abajo del arco, y Nacho Z también tuvo la suya pero no llego a empujarla hacia la red. Finalmente, de tanto mover el árbol, la manzana la hizo caer Nico Z: el Zavadil menor tomó una bocha en la puerta del área y la colocó contra el palo izquierdo del arquero: 1 a 0 y a cobrar. De ahí en más el partido fue un monólogo de San Cristobal, sin que Mariano Acosta pudiera llegar a nuestro arco en todo el partido.
Cuando llegó el entretiempo le di gracias a Dios. No daba más. En una jugada en la que piqué, me tire a los pies, y volví a mi lugar para esperar el corner en contra, sentí que se me revolvía el estómago. “Lo único que falta, largar un pato con los dos equipos metidos en el área”, pensaba mientras boqueaba como un pez recién salido del agua. Por suerte, rememoré mis viejos años de borracho de boliche y utilicé todas las tácticas habidas y por haber para manejar el malestar y no lanzar a los pies del 18 mientras esperaba que tiren el centro. “Mira la carita del Chino, no puede mas, jajaja”, dijo Neme entre risas al verme tirado en el piso, ya sin canilleras ni botines, en el entretiempo. A mi no me importaba nada, ya estaba en otra dimensión. Casi como Giampol en el segundo tiempo. “Mirá donde está Gabo”, me dijo Nico Z, ya con campera y reemplazado por su amigo Adriano (otro buen refuerzo de ocasión). “Ja, esta jugando de enganche el Robot”, le dije entre la risa y el asombro. Claro, ellos estaban con 10 por la lesión un jugador y no tenían cambios, y nosotros dominábamos el juego a gusto y nos dimos el lujo de jugar con línea de 3 por primera vez en nuestra corta historia, y JP de moverse como enganche y por momentos casi delantero. Lo único rescatable del segundo tiempo fue una buena atajada de Sergio (que pasó el arco en reemplazo de Neme, que tomó mi lugar). El grandote voló hacia su izquierda en la única llegada con peligro de ellos en todo el partido y dominó sin problemas el tiro rasante y esquinado.
El resultado final fue un 1 a 0 para nosotros que no dice mucho porque con todas las llegadas que tuvimos merecimos bastante más. Esta vez el final del partido no nos trajo reproches ni insultos, ni Neme ahogado en sus frases tartamudas, aunque algo siempre sale de lo común en este glorioso San Cristóbal. Mientras todos nos cambiábamos lentamente, hablando del partido y relajándonos, Giampol se vestía a toda velocidad. “¿No nos bañamos?” preguntó Neme con inocencia. “Dale, dale, ¡Vamos! ¡Apurate!”, decía Gabo con los ojos abiertísimos y nunca tan robotizado. “Pará pelotudo, no te vayas que hay pocos autos y tenes que llevar a alguien”, le dijo Nacho Z, levantando temperatura. “Bueno dale, el que quiera venir que venga ahora, ¡yo me voy ya!”, dijo JP y se colgó el bolso y se fue. Casi como un barrilete salió Neme también. “Anda, anda, yo me tomo el 60, la concha de tu madre”, le dijo Nacho entre dientes y ya definitivamente caliente. Todos se rieron de la escena, pero lo grave, la esencia del apuro de Giampol, estaba por venir.
Yo, como siempre, me bañé, me vestí y ahí si cargue a los muchachos en el Fiat y arrancamos. El cielo estaba negro y adornado con rayos y relámpagos que eran un espectáculo fabuloso pero atemorizador. La lluvia no tardó en llegar a la Panamericana. Con cada kilómetro recorrido llovía más y más. Hasta que llegamos a un puente y de pronto el tránsito se detuvo. “¿Que le pasa a este boludo? ¡Dale que nos pasan por arriba, papá!”, le decía (indirectamente) al conductor del Palio de adelante mientras le hacía luces. El miedo al choque en cadena se desvaneció cuando Nacho Z me dijo con estupor: “¡Chino, mirá como esta granizando!”. Me asomé por la ventanilla y la autopista estaba cubierta de piedras de hielo. El azar, el destino, o un guiño mágico de la suerte, me había situado justo debajo de ese puente en el momento indicado y a la hora indicada. Atrás nuestro, los automovilistas se desesperaban tocando bocina y haciendo luces mientras el ruido a chapa golpeada era ensordecedor. La situación era rara y confusa, y hasta una mujer desde el auto de al lado nos pidió que llamemos a una ambulancia porque una chica tenia un corte en la cabeza; finalmente la asistió el hombre del auto de atrás nuestro, que era médico. El miedo a un choque en cadena o un ataque descontrolado por parte de los conductores que quedaron a la deriva bajo un furioso temporal de piedras se fue desvaneciendo con el correr de los minutos y los bocinazos disminuyeron a medida que los ocupantes de los autos de atrás se fueron resignando a la lluvia de piedras. Fueron unos 10 minutos intensos, infinitamente superiores a cualquier pasaje del partido que jugamos, hasta que por fin dejó de granizar y pudimos seguir viaje. “¿Tuviste miedo en algún momento?”, me preguntó Nacho al mejor estilo Luis Majul o Jaime Baily. “No, miedo no, pero estaba preocupado por si venían de otros coches a cagarnos a piñas o algo así”, le contesté, sincero. “Sabes que yo sí tuve un poco de miedo…” me respondió mi amigo de toda la vida. Cuando nos empezamos a mezclar con el resto de los coches que habían sufrido el temporal, caí en la cuenta de mi suerte: lunetas destrozadas, parabrisas astillados, capots y techos destruidos… Hoy, con el auto sanito (Giampol, gracias a su apuro, también zafó), le agradezco al destino por el domingo que me tocó: ¡Fútbol, amigos, victoria y auto intacto!
VAMOS SAN CRISTOBAL CARAJO!!!
PD 1: ¡Hasta la Victoria Siempre!
PD 2: ¡Cissé puto!
“Chino, ¿Qué carajo haces bañándote antes de ir a jugar al fútbol?”, pregunto Nico ni bien atendí. Claro, después de haberlo criticado a José la semana pasada por entrar al agua antes del match sancristobaleano, era justo su reproche. “Es que ayer fui a un asado y Anita estuvo toda la noche hinchándome las bolas con que tenía olor a humo y me tuve que ir a bañar”, le contesté recordando el hit de la noche: “Mi chico de humo”, entonado infinitas veces, y en tono burlón, por mi adorada chica. Por supuesto que Nico no me había llamado para saber por qué me estaba duchando el domingo a las 2 de la tarde, sino que estaba muy preocupado por la cantidad de autos con los que contábamos para ir hasta el culo del mundo. A pesar de que eran pocos los coches disponibles, no me extrañó que por segundo domingo consecutivo, su bólido sufriera misteriosos problemas mecánicos. El fin de semana pasado fue el tema del cambio de aceite que debía hacer el lunes, extraña causa por la cual no podía usar el auto. Luego fue un desperfecto con los frenos lo que le impedía poner su móvil para transportar al grupo. “Yo lo pongo, no hay drama”, le conteste para cerrar la cuestión. Así las cosas, mi fiel 147 se preparaba para salir a las pistas. Y volvía con todo. Como ya he contado en otras ocasiones, el autito fumaba como puta presa y el motorcito ya estaba el borde de morir de EPOC, por lo que fue necesario abrir la billetera y salir a la carretera sin humo en el escape pero con 1600 pesitos menos en el bolsillo…
Viajamos hasta Benavidez con Nico y el Bambi, hábil jugador que se reincorporaba para este match. El rival, Mariano Acosta, nos había ganado en el torneo anterior en un partido parejo en lo que fue una derrota injusta. La revancha se venía saboreando desde el lunes en nuestros paladares. Pero, como siempre, nada es fácil para el albiverde. “Faltan defensores”, fue el amargo anuncio de Nico Zava ni bien nos juntamos en torno al bolsón de las camisetas. No teníamos arquero (Rito y Cissé por problemas físicos, Ricardito por laburo), Fede Sampayo estaba de joda en Tres Arroyos, Fede Warren corría alocadas maratones por la ciudad, José jugaba ¡un torneo de paddle! con un compañero rengo y pelado (perdieron, por supuesto) y Neme debía ir al arco. La improvisación, una vez más, como alguna vez fue el viejo y querido “escritoriazo”, nos sacaba del paso con la presencia de un volante creativo (Nico Sergi), amigo de Nico Z, devenido en defensor central.
Yo, por mi parte, ocupaba el carril derecho y convivía con una certeza: no me sentía para nada bien. La cabeza me dolía desde que me desperté, la respiración se hacía complicada por la gripe que acarreaba desde mediados de semana y jugar de lateral siempre exige un esfuerzo extra. Cuando comenzó a girar la bocha me di cuenta de que no podría jugar más que los 40 minutos iniciales…
Mi marca era un delantero flaco y alto, con la casaca 18, que iba bien de arriba y siempre lo buscaban para el cabezazo. Mi mayor proeza de la tarde fue ir a buscar un pelotazo altísimo cuerpo a cuerpo y en el aire con el 18, y rechazar con un testazo fabuloso aquel envío envenenado. Para alguien con el complejo de cabezazo que sufro yo, esa acción ya vale el partido…
El trámite del encuentro no nos trajo demasiadas complicaciones. Ellos intentaban por abajo y con pelotazos para los delanteros, pero no llegaban mucho. En cambio, nosotros comenzamos con la habitual costumbre de desperdiciar goles de todos los colores. Jerito, que volvía junto a Nacho Zumbo (los motores del equipo, sin dudas), reventó el travesaño con un bombazo; luego Nico Z erró un gol increíble casi abajo del arco, y Nacho Z también tuvo la suya pero no llego a empujarla hacia la red. Finalmente, de tanto mover el árbol, la manzana la hizo caer Nico Z: el Zavadil menor tomó una bocha en la puerta del área y la colocó contra el palo izquierdo del arquero: 1 a 0 y a cobrar. De ahí en más el partido fue un monólogo de San Cristobal, sin que Mariano Acosta pudiera llegar a nuestro arco en todo el partido.
Cuando llegó el entretiempo le di gracias a Dios. No daba más. En una jugada en la que piqué, me tire a los pies, y volví a mi lugar para esperar el corner en contra, sentí que se me revolvía el estómago. “Lo único que falta, largar un pato con los dos equipos metidos en el área”, pensaba mientras boqueaba como un pez recién salido del agua. Por suerte, rememoré mis viejos años de borracho de boliche y utilicé todas las tácticas habidas y por haber para manejar el malestar y no lanzar a los pies del 18 mientras esperaba que tiren el centro. “Mira la carita del Chino, no puede mas, jajaja”, dijo Neme entre risas al verme tirado en el piso, ya sin canilleras ni botines, en el entretiempo. A mi no me importaba nada, ya estaba en otra dimensión. Casi como Giampol en el segundo tiempo. “Mirá donde está Gabo”, me dijo Nico Z, ya con campera y reemplazado por su amigo Adriano (otro buen refuerzo de ocasión). “Ja, esta jugando de enganche el Robot”, le dije entre la risa y el asombro. Claro, ellos estaban con 10 por la lesión un jugador y no tenían cambios, y nosotros dominábamos el juego a gusto y nos dimos el lujo de jugar con línea de 3 por primera vez en nuestra corta historia, y JP de moverse como enganche y por momentos casi delantero. Lo único rescatable del segundo tiempo fue una buena atajada de Sergio (que pasó el arco en reemplazo de Neme, que tomó mi lugar). El grandote voló hacia su izquierda en la única llegada con peligro de ellos en todo el partido y dominó sin problemas el tiro rasante y esquinado.
El resultado final fue un 1 a 0 para nosotros que no dice mucho porque con todas las llegadas que tuvimos merecimos bastante más. Esta vez el final del partido no nos trajo reproches ni insultos, ni Neme ahogado en sus frases tartamudas, aunque algo siempre sale de lo común en este glorioso San Cristóbal. Mientras todos nos cambiábamos lentamente, hablando del partido y relajándonos, Giampol se vestía a toda velocidad. “¿No nos bañamos?” preguntó Neme con inocencia. “Dale, dale, ¡Vamos! ¡Apurate!”, decía Gabo con los ojos abiertísimos y nunca tan robotizado. “Pará pelotudo, no te vayas que hay pocos autos y tenes que llevar a alguien”, le dijo Nacho Z, levantando temperatura. “Bueno dale, el que quiera venir que venga ahora, ¡yo me voy ya!”, dijo JP y se colgó el bolso y se fue. Casi como un barrilete salió Neme también. “Anda, anda, yo me tomo el 60, la concha de tu madre”, le dijo Nacho entre dientes y ya definitivamente caliente. Todos se rieron de la escena, pero lo grave, la esencia del apuro de Giampol, estaba por venir.
Yo, como siempre, me bañé, me vestí y ahí si cargue a los muchachos en el Fiat y arrancamos. El cielo estaba negro y adornado con rayos y relámpagos que eran un espectáculo fabuloso pero atemorizador. La lluvia no tardó en llegar a la Panamericana. Con cada kilómetro recorrido llovía más y más. Hasta que llegamos a un puente y de pronto el tránsito se detuvo. “¿Que le pasa a este boludo? ¡Dale que nos pasan por arriba, papá!”, le decía (indirectamente) al conductor del Palio de adelante mientras le hacía luces. El miedo al choque en cadena se desvaneció cuando Nacho Z me dijo con estupor: “¡Chino, mirá como esta granizando!”. Me asomé por la ventanilla y la autopista estaba cubierta de piedras de hielo. El azar, el destino, o un guiño mágico de la suerte, me había situado justo debajo de ese puente en el momento indicado y a la hora indicada. Atrás nuestro, los automovilistas se desesperaban tocando bocina y haciendo luces mientras el ruido a chapa golpeada era ensordecedor. La situación era rara y confusa, y hasta una mujer desde el auto de al lado nos pidió que llamemos a una ambulancia porque una chica tenia un corte en la cabeza; finalmente la asistió el hombre del auto de atrás nuestro, que era médico. El miedo a un choque en cadena o un ataque descontrolado por parte de los conductores que quedaron a la deriva bajo un furioso temporal de piedras se fue desvaneciendo con el correr de los minutos y los bocinazos disminuyeron a medida que los ocupantes de los autos de atrás se fueron resignando a la lluvia de piedras. Fueron unos 10 minutos intensos, infinitamente superiores a cualquier pasaje del partido que jugamos, hasta que por fin dejó de granizar y pudimos seguir viaje. “¿Tuviste miedo en algún momento?”, me preguntó Nacho al mejor estilo Luis Majul o Jaime Baily. “No, miedo no, pero estaba preocupado por si venían de otros coches a cagarnos a piñas o algo así”, le contesté, sincero. “Sabes que yo sí tuve un poco de miedo…” me respondió mi amigo de toda la vida. Cuando nos empezamos a mezclar con el resto de los coches que habían sufrido el temporal, caí en la cuenta de mi suerte: lunetas destrozadas, parabrisas astillados, capots y techos destruidos… Hoy, con el auto sanito (Giampol, gracias a su apuro, también zafó), le agradezco al destino por el domingo que me tocó: ¡Fútbol, amigos, victoria y auto intacto!
VAMOS SAN CRISTOBAL CARAJO!!!
PD 1: ¡Hasta la Victoria Siempre!
PD 2: ¡Cissé puto!
domingo, 18 de abril de 2010
FECHA 3: San Cristóbal 1 - Mariano Acosta 0
San Cristóbal consiguió su segunda victoria en el campeonato tras el mentiroso 1-0 frente a Mariano Acosta (el albiverde se vengó del 2-4 de la temporada pasada). Adjetivamos como "mentiroso" al resultado ya que el ganador fue muy superior a su rival, desechando muchas ocasiones claras de gol (quizás el principal defecto del equipo) y manteniendo resguardecido un arco que no sufrió sozobra. Lo más positivo, además del resultado final, es el hecho de que San Cristóbal mostró carácter y dominio en las tres fechas que se llevan jugadas, a pesar de que en el primer partido, esa hegemonía no se reflejó en el marcador.
La victoria se construyó a partir del regreso de tres habituales titulares del mediocampo (dos de los cuales, Ignacio Zumbo y Jerónimo Jakob, constituyen el alma y el motor del conjunto, aportando juego y pulmón) y de la amistad que entabló el delantero Nicolás Zavadil con el gol (4 goles en los últimos 2 partidos), a pesar de haber errado otros tantos. No obstante, el equipo se vio diezmado en su armado, debiendo recurrir no sólo a personas ajenas a la institución, quienes aportaron su colaboración, sino que también hubo jugadores que no jugaron en sus puestos naturales (el caso más resonante es el de Jorge "Neme" Romero, quien ocupó el arco por la ausencia de los tres arqueros del plantel, dejándolo virgen de goles rivales con la ayuda de sus compañeros).
A partir de ese escenario de pros y contras, sumado a los buenos rendimientos de Nicolás Sergi en defensa y de Pablo Soria en la banda derecha del mediocampo (haciendo, quizás, su mejor partido en el club), San Cristóbal hilvanó una exigua victoria en el resultado, que lo va edificando como uno de los grandes candidatos a llevarse el torneo.
Ahora nos toca enfrentar al puntero (UOM 3 de febrero), en un partido que será durísimo, luchado y que puede deparar las posibilidades de San Cristóbal en el presente torneo. Jugando así, daremos pelea. Este es el camino.
PRODUCCIÓN: Nicolás Espiñeira
CRONISTA: Pablo Soria
martes, 13 de abril de 2010
El Rinconcito del Chino: "La esencia de SC: ¿Ganar? ¡PUTEAR!" (FECHA 2)
Lo raro comenzó después de pasar por el colegio. Estacioné el auto en la puerta de casa y me puse a pensar por que no había nadie en el tradicional punto de encuentro del San Cristóbal FC. “Se habrá suspendido” pensé, como la fatídica tarde en la que me enteré en plena General Paz – y a bordo de mi fiel Fiat 147- que el partido que teníamos que jugar se había pospuesto para el domingo siguiente. Entré como loco a casa y volví a chequear los mails. Nada de eso había sucedido. Más desorientado estaba cuando llamé al celular de José y no atendió nadie. Finalmente Nico R me tranquilizó: “estoy yendo para el cole, salí a la puerta y vamos juntos”. Desde la entrada de mi casa lo vi llegar como si fuera un vendedor ambulante por la playa: barbudo (creo que es la primera vez en mi vida que lo veo a Nico R con barba y lo conozco hace 15 años), con musculosa y short de fútbol, con la havaianas negras y una bolsa gigante colgando de una de sus manos. No vendía nada, la bolsa inmensa eran las camisetas y los shortcitos de todo el equipo. El contraste era notable; el tenía menos ropa que Rolando Hanglin en una playa nudista y yo estaba con buzo, pantalón largo y zapatillas con medias. Siempre fui muy distinto a Nico, y, sin embargo, siempre fuimos íntimos amigos y hasta me senté al lado suyo 3 de los 5 años del secundario… Así de distintos pero con el mismo paso, como siempre, uno al lado del otro, llegamos al colegio.
Para nuestra tranquilidad, en el Manuel Belgrano ya estaban Sergio y Rito esperando para zarpar hacia Benavidez. Al toque cayó José y la intriga me brotó por los poros: “¿Boludo que pasó que no me atendiste el celular recién?”, le pregunté. “No, nada, es que me estaba bañando”, contestó el 6… Nico me miró, yo lo miré, el resto hizo silencio stampa. “¡¿Qué?!... ¿Te bañas antes de jugar el fútbol?”, le dije como si me hubiera dicho que le pone dulce de leche a las papas fritas. “Es que sino estoy incómodo” fue la tímida respuesta que tiró para sacarse el tema de encima, sienténdose salvado cuando, al toque, vio que una mancha blanca se asomaba por Cochabamba: “¡Miren, ahí viene Sampayo!”, dijo con un entusiasmo exagerado. Realmente Sampex era una figura blanca con pies azules que venía hacia nosotros. Con un pantaloncito de rugby diminuto, una chomba blanca y gastada de ESPN, anteojos de sol iguales a los de “Poncharello” y alpargatas azules, Sampayo se acercaba a paso lento como un fantasma salido de un after office y dando excusas bizarras. “Tarde un poco porque tuve que ir al supermercado”, comentó mientras se comía un brutal paquete de papas fritas mediterráneas. “¿Justo el domingo a las dos de la tarde te acordaste de ir al súper, pelotudo?” le dijo Nico R. “No, lo que pasa es que fui a un supermercado chino a comprar estas papas, estaba cagado de hambre, y bueno, tuve que hacer un poco de cola porque no había nada abierto”, remató Fede la primera escena bizarra del día.. “Eeeh… me voy a buscar el auto”, dijo José (estimo que para no oír mas a Sampex). Hubo que seguirlo sin decir ni ‘mu’.
El viaje fue rápido, pero nunca nada es tan rápido como las frases de Sampayo. Fede, cuando habla, es como un geiser verbal que escupe con todas sus fuerzas conceptos de todo tipo. Chismes sobre jugadores de primera división, sobre los de Primera B, la actualidad de Godoy Cruz, de Racing, la admiración que le despertaba ver a Botinelli trabar contra dos rivales y ganarles a los dos y, por supuesto, el “T.E.G” que cada domingo tiene en la cabeza para que San Cristóbal pueda vencer al rival de turno. En esa sopa de letras, el viaje se hizo mas corto…
Neme y Giampol, obviamente, llegaron los dos solos por su lado, dándole vida a esa parejita que siempre esta a un paso de declararse su amor y nunca concretan (han llegado a ir juntos al cine un sábado a la noche); Sergio, Rito, Nico R y Nico Z, arribaron en otro auto y, luego, nosotros tres. Como siempre, hubo que esperar a que los rivales se dignen a llegar, retrasando todo al menos media hora. Los muchachos de San Antonio fueron cayendo de a tandas, hasta que juntaron 9 y se formaron en la cancha. Yo me había vestido como siempre con la 2, pero esta vez había un detalle: en la bolsa, mientras revolvía en busca de mi casaca, vi algo irresistible. Roja y furiosa, como llamándome, entre mil camisetas blancas, yacía seductora la cinta de capitán. La última tentación del Chino fue ver esa `C´ blanca y gigante que me confirmaba que era mía. Ahí nomás me la calcé y salí al círculo central para el sorteo. Por supuesto que el sorteo lo perdí, sacamos nosotros y mientras la bocha daba sus primeros giros sobre si misma, el décimo jugador de ellos llegaba, a los gritos y con una caterva de gente atrás, listo para entrar. “Ponete los shortcitos”, le gritó el capitán, viéndolo en bermudas rayadas. “Dale, boludo, vamo’ a jugá”, le gritaba el otro con intenciones de jugar en zapatos náuticos y bermudas. Finalmente se puso los cortos, los timbos y entró.
Ellos eran bastante flojos, sobre todo atrás, y encima eran 10. Entonces los empezamos a atacar por todos lados y la primera chance de gol terminó en un penal que Nico Z tiró a las nubes a poco de empezado el juego. Pero la tónica del juego no se modificó: ataque tras ataque hasta que Nico Z captó un rebote y rompió el arco con un golazo. Revancha para el Zavadil más chico, haciéndose realidad lo que se sentía: el partido era nuestro. Pero nada es fácil en el camino sancristobaleano: el 9, ese tipo que llegó tarde y a los gritos, fue a chocar en el aire con Rito y nuestro portero cayó al piso. Parecía un choque mas, pero al querer levantarse, el Uno tenía sangre en la nariz y un mareo digno de una noche a puro Vodka. Lo tuvimos que atajar para que no caiga al piso y encima la nariz no paraba de sangrar. Rito quedó KO y hubo que recurrir al hermano de Neme para cubrir el hueco. El pibe es jovencito, idéntico a Neme, pero con look reggaeton (anteojos de sol enormes, arito en las orejas, mp3 siempre prendido, bermudones y zapatillas) y menos salvavidas. Todos coincidieron en llamarlo “Daddy Yankee” desde el vamos. Así las cosas, el adolescente pisaba la cancha con unos botines naranja flúo y una camiseta 5 talles más grande y el Neme mayor fue al arco hasta que se recuperó el gran Rito de San Cristóbal.
El partido seguía en nuestros pies, y el “Momento San Cristóbal” del día fue cuando, minutos después de haber entrado, “Daddy Yankee” (¡15 añitos, una manteca nene!) conectó una bola en el área y venció al portero: 2 a 0. Una voz anónima (NdeR: “Anónima” para no mandar al frente al autor de la frase) se escuchó luego del festejo: “Aprende Neme, el pendejo jugó 5 minutos y ya metió un gol”. Obviamente ‘O Rey do Cabarulo’ se quería cortar la tripa. Lo que quedó de partido solo sirvió para que nuestra gloriosa escuadra redondee la hermosa cifra de 5 goles contra 2, en un partido fácil, y para que el 9 de ellos tenga su tarde a toda puteada. Luego del choque con Rito, nos dimos cuenta de que el tipo tenía un pedo atroz por el barandazo a vino que emanaban sus fauces. Era un jugador alto, muy grandote, con una voz algo finita y taladrante y con una cara muy parecida a la del árbitro Gustavo Bassi. Desde nuestro primer gol no paró de putearse con sus compañeros en todo momento. El 11 le reclamó que no se la pasó en una jugada y este le mandó un “que te “via” pasá a vó si toy delante “el” arco, pelotudo”; a los defensores que no la sacaban los puteaba hasta en arameo (“pero dale, papa, saquenlá de una vé, ¡mogolico’!”; a los pendejitos que jugaban en el medio los atendió sin piedad: “dale guacho, ¡Largala! ¿Qué te cree’ Messi la concha de tu madre?” y no había forma de hacerlo callar. El capitán y los demás le contestaban pero terminaban trenzados en discusiones insoportables que me recordaban las inocentes palabras del referí en el sorteo: “Muchachos, nada de insultos entre ustedes, miren que amonesto enseguida si se putean eh”, y nosotros, como ovejitas mansas, pasamos la voz entre todos.
Pero el momento más bizarro del partido fue cuando un defensor de ellos, ya con el partido liquidado, hizo un lateral como un nene de seis años. Mal sacado, pelota nuestra, y el 9 que explotó: “¡Pero sos un pelotudo! ¿Cómo va a “sacá” un lateral así, idiota? No puede sé que no sepan sacá un lateral, ¡inútiles!”. Y el defensor, un morocho tan enorme como el 9, se le plantó enfrente y empezó la tensión. “A mi no me faltes el respeto eh, no me putees que no me conoces flaco, eh”. “¿Qué te calentá? Si no te putié, te dije “pelotudo”, si, pero porque “sacate” mal, nada ma’, como te va a calenta, flaco” y el morocho cada vez estaba mas caliente y le decía una y otra vez que no lo putee. “¿Y a mi qué? Me putearon todo el partido y no digo nada, amigo”, aulló el 9 abriendo los brazos. Al final no paso nada de milagro, o porque la señora del 9, una gorda embarazada que mateaba al costado del field, le dijo a su marido: “¡Basta de gritar vos, que me vas a hacer parir aca!”. Acto seguido, el 9 se fue al centro de la cancha y fin de la cuestión.
Cuando termino el partido ellos ya ni hablaban, estaban resignados, pero los que empezamos a los gritos, llamativamente, fuimos nosotros. Nico R, en una actitud poco gentil, nos dio a entender a los cuatro defensores que integramos la zaga, que los goles fueron nuestra culpa. Y Neme explotó. Tanto gritó y tanto se calentó que al final, cuando ya todos nos estábamos callando y distrayendo con otros temas, el siguió a los gritos hasta que se ahogó en sus propias palabras. “Co..ggmo decis e…gggso que te pengg.sssas que sos” y Sergio, viendo que la voz se le ponía cada vez mas finita y que las palabras se le perdían en el nudo que tenía en la garganta, le abrazó la cabeza con uno de sus brazotes tratando de calmarlo, quedando la cabecita de Neme asomada en el circulo que formaba el brazo derecho de nuestro artillero, pero, no obstante, siguió intentando hablar. “Pe…gggo por fagg…vor alguien que meeee digggg..aaa que tengggg…o razoon” suplicaba el gran símil Víctor López en una oración penosa y desesperada. “Ya esta Neme, vamos a bañarnos… ¡Fiesta de la espuma en la ducha para festejar!”, dijo el flamante Capitán, tratando de aflojar los ánimos. En eso, y mientras nos íbamos rumbo al vestuario, pasó uno de los rivales cagándose de risa y tiró la posta: “Pero muchachos, ¡déjense de joder! Encima que metieron 5 goles se están cagando a puteadas… Al final son peor que nosotros, ¡che!”. Y si, en San Cristóbal siempre hay un motivo para putear, esta en nuestra naturaleza…
Nos vemos amiguitos, hasta el domingo!!!
PD: Hasta la Victoria Siempre
PD 2: ¡Cissé puto!
Para nuestra tranquilidad, en el Manuel Belgrano ya estaban Sergio y Rito esperando para zarpar hacia Benavidez. Al toque cayó José y la intriga me brotó por los poros: “¿Boludo que pasó que no me atendiste el celular recién?”, le pregunté. “No, nada, es que me estaba bañando”, contestó el 6… Nico me miró, yo lo miré, el resto hizo silencio stampa. “¡¿Qué?!... ¿Te bañas antes de jugar el fútbol?”, le dije como si me hubiera dicho que le pone dulce de leche a las papas fritas. “Es que sino estoy incómodo” fue la tímida respuesta que tiró para sacarse el tema de encima, sienténdose salvado cuando, al toque, vio que una mancha blanca se asomaba por Cochabamba: “¡Miren, ahí viene Sampayo!”, dijo con un entusiasmo exagerado. Realmente Sampex era una figura blanca con pies azules que venía hacia nosotros. Con un pantaloncito de rugby diminuto, una chomba blanca y gastada de ESPN, anteojos de sol iguales a los de “Poncharello” y alpargatas azules, Sampayo se acercaba a paso lento como un fantasma salido de un after office y dando excusas bizarras. “Tarde un poco porque tuve que ir al supermercado”, comentó mientras se comía un brutal paquete de papas fritas mediterráneas. “¿Justo el domingo a las dos de la tarde te acordaste de ir al súper, pelotudo?” le dijo Nico R. “No, lo que pasa es que fui a un supermercado chino a comprar estas papas, estaba cagado de hambre, y bueno, tuve que hacer un poco de cola porque no había nada abierto”, remató Fede la primera escena bizarra del día.. “Eeeh… me voy a buscar el auto”, dijo José (estimo que para no oír mas a Sampex). Hubo que seguirlo sin decir ni ‘mu’.
El viaje fue rápido, pero nunca nada es tan rápido como las frases de Sampayo. Fede, cuando habla, es como un geiser verbal que escupe con todas sus fuerzas conceptos de todo tipo. Chismes sobre jugadores de primera división, sobre los de Primera B, la actualidad de Godoy Cruz, de Racing, la admiración que le despertaba ver a Botinelli trabar contra dos rivales y ganarles a los dos y, por supuesto, el “T.E.G” que cada domingo tiene en la cabeza para que San Cristóbal pueda vencer al rival de turno. En esa sopa de letras, el viaje se hizo mas corto…
Neme y Giampol, obviamente, llegaron los dos solos por su lado, dándole vida a esa parejita que siempre esta a un paso de declararse su amor y nunca concretan (han llegado a ir juntos al cine un sábado a la noche); Sergio, Rito, Nico R y Nico Z, arribaron en otro auto y, luego, nosotros tres. Como siempre, hubo que esperar a que los rivales se dignen a llegar, retrasando todo al menos media hora. Los muchachos de San Antonio fueron cayendo de a tandas, hasta que juntaron 9 y se formaron en la cancha. Yo me había vestido como siempre con la 2, pero esta vez había un detalle: en la bolsa, mientras revolvía en busca de mi casaca, vi algo irresistible. Roja y furiosa, como llamándome, entre mil camisetas blancas, yacía seductora la cinta de capitán. La última tentación del Chino fue ver esa `C´ blanca y gigante que me confirmaba que era mía. Ahí nomás me la calcé y salí al círculo central para el sorteo. Por supuesto que el sorteo lo perdí, sacamos nosotros y mientras la bocha daba sus primeros giros sobre si misma, el décimo jugador de ellos llegaba, a los gritos y con una caterva de gente atrás, listo para entrar. “Ponete los shortcitos”, le gritó el capitán, viéndolo en bermudas rayadas. “Dale, boludo, vamo’ a jugá”, le gritaba el otro con intenciones de jugar en zapatos náuticos y bermudas. Finalmente se puso los cortos, los timbos y entró.
Ellos eran bastante flojos, sobre todo atrás, y encima eran 10. Entonces los empezamos a atacar por todos lados y la primera chance de gol terminó en un penal que Nico Z tiró a las nubes a poco de empezado el juego. Pero la tónica del juego no se modificó: ataque tras ataque hasta que Nico Z captó un rebote y rompió el arco con un golazo. Revancha para el Zavadil más chico, haciéndose realidad lo que se sentía: el partido era nuestro. Pero nada es fácil en el camino sancristobaleano: el 9, ese tipo que llegó tarde y a los gritos, fue a chocar en el aire con Rito y nuestro portero cayó al piso. Parecía un choque mas, pero al querer levantarse, el Uno tenía sangre en la nariz y un mareo digno de una noche a puro Vodka. Lo tuvimos que atajar para que no caiga al piso y encima la nariz no paraba de sangrar. Rito quedó KO y hubo que recurrir al hermano de Neme para cubrir el hueco. El pibe es jovencito, idéntico a Neme, pero con look reggaeton (anteojos de sol enormes, arito en las orejas, mp3 siempre prendido, bermudones y zapatillas) y menos salvavidas. Todos coincidieron en llamarlo “Daddy Yankee” desde el vamos. Así las cosas, el adolescente pisaba la cancha con unos botines naranja flúo y una camiseta 5 talles más grande y el Neme mayor fue al arco hasta que se recuperó el gran Rito de San Cristóbal.
El partido seguía en nuestros pies, y el “Momento San Cristóbal” del día fue cuando, minutos después de haber entrado, “Daddy Yankee” (¡15 añitos, una manteca nene!) conectó una bola en el área y venció al portero: 2 a 0. Una voz anónima (NdeR: “Anónima” para no mandar al frente al autor de la frase) se escuchó luego del festejo: “Aprende Neme, el pendejo jugó 5 minutos y ya metió un gol”. Obviamente ‘O Rey do Cabarulo’ se quería cortar la tripa. Lo que quedó de partido solo sirvió para que nuestra gloriosa escuadra redondee la hermosa cifra de 5 goles contra 2, en un partido fácil, y para que el 9 de ellos tenga su tarde a toda puteada. Luego del choque con Rito, nos dimos cuenta de que el tipo tenía un pedo atroz por el barandazo a vino que emanaban sus fauces. Era un jugador alto, muy grandote, con una voz algo finita y taladrante y con una cara muy parecida a la del árbitro Gustavo Bassi. Desde nuestro primer gol no paró de putearse con sus compañeros en todo momento. El 11 le reclamó que no se la pasó en una jugada y este le mandó un “que te “via” pasá a vó si toy delante “el” arco, pelotudo”; a los defensores que no la sacaban los puteaba hasta en arameo (“pero dale, papa, saquenlá de una vé, ¡mogolico’!”; a los pendejitos que jugaban en el medio los atendió sin piedad: “dale guacho, ¡Largala! ¿Qué te cree’ Messi la concha de tu madre?” y no había forma de hacerlo callar. El capitán y los demás le contestaban pero terminaban trenzados en discusiones insoportables que me recordaban las inocentes palabras del referí en el sorteo: “Muchachos, nada de insultos entre ustedes, miren que amonesto enseguida si se putean eh”, y nosotros, como ovejitas mansas, pasamos la voz entre todos.
Pero el momento más bizarro del partido fue cuando un defensor de ellos, ya con el partido liquidado, hizo un lateral como un nene de seis años. Mal sacado, pelota nuestra, y el 9 que explotó: “¡Pero sos un pelotudo! ¿Cómo va a “sacá” un lateral así, idiota? No puede sé que no sepan sacá un lateral, ¡inútiles!”. Y el defensor, un morocho tan enorme como el 9, se le plantó enfrente y empezó la tensión. “A mi no me faltes el respeto eh, no me putees que no me conoces flaco, eh”. “¿Qué te calentá? Si no te putié, te dije “pelotudo”, si, pero porque “sacate” mal, nada ma’, como te va a calenta, flaco” y el morocho cada vez estaba mas caliente y le decía una y otra vez que no lo putee. “¿Y a mi qué? Me putearon todo el partido y no digo nada, amigo”, aulló el 9 abriendo los brazos. Al final no paso nada de milagro, o porque la señora del 9, una gorda embarazada que mateaba al costado del field, le dijo a su marido: “¡Basta de gritar vos, que me vas a hacer parir aca!”. Acto seguido, el 9 se fue al centro de la cancha y fin de la cuestión.
Cuando termino el partido ellos ya ni hablaban, estaban resignados, pero los que empezamos a los gritos, llamativamente, fuimos nosotros. Nico R, en una actitud poco gentil, nos dio a entender a los cuatro defensores que integramos la zaga, que los goles fueron nuestra culpa. Y Neme explotó. Tanto gritó y tanto se calentó que al final, cuando ya todos nos estábamos callando y distrayendo con otros temas, el siguió a los gritos hasta que se ahogó en sus propias palabras. “Co..ggmo decis e…gggso que te pengg.sssas que sos” y Sergio, viendo que la voz se le ponía cada vez mas finita y que las palabras se le perdían en el nudo que tenía en la garganta, le abrazó la cabeza con uno de sus brazotes tratando de calmarlo, quedando la cabecita de Neme asomada en el circulo que formaba el brazo derecho de nuestro artillero, pero, no obstante, siguió intentando hablar. “Pe…gggo por fagg…vor alguien que meeee digggg..aaa que tengggg…o razoon” suplicaba el gran símil Víctor López en una oración penosa y desesperada. “Ya esta Neme, vamos a bañarnos… ¡Fiesta de la espuma en la ducha para festejar!”, dijo el flamante Capitán, tratando de aflojar los ánimos. En eso, y mientras nos íbamos rumbo al vestuario, pasó uno de los rivales cagándose de risa y tiró la posta: “Pero muchachos, ¡déjense de joder! Encima que metieron 5 goles se están cagando a puteadas… Al final son peor que nosotros, ¡che!”. Y si, en San Cristóbal siempre hay un motivo para putear, esta en nuestra naturaleza…
Nos vemos amiguitos, hasta el domingo!!!
PD: Hasta la Victoria Siempre
PD 2: ¡Cissé puto!
FECHA 2: San Cristóbal 5 - San Antonio 2
En duelo de "santos", el albiverde se sacó la espina de la injusta derrota de la fecha inicial y goleó 5-2, enderezando la nave. El rival, San Antonio, conformado por muchos chicos muy jóvenes, fue superado ampliamente por San Cristóbal en todo el partido. La gran figura del encuentro fue Nicolás Zavadil, quien, a pesar de haber jugado en esta ocasión de volante (por la falta de mediocampistas), convirtió 3 goles de gran valía. No obstante, su tarde parecía oscurecerse cuando, apenas comenzado el cotejo, tiró un penal a las nubes. El dato de color (rojo) de la tarde fue la dura entrada que recibió nuestro arquero, Rito Banegas, por parte del centrodelantero rival, que lo sacó de la cancha sangrando. En su lugar ingresó Lucas "Daddy Yankee" Romero, pasando su hermano ampliamente mayor Jorge "Neme" Romero al arco y Federico Sampayo a la defensa. Luego, gracias a la buena predisposición del árbitro, la organización y el rival, Rito pudo volver a las canchas para el segundo tiempo en lugar del mismísimo gurrumín (que se despacho con un gol al empujar una pelota a las mallas al mejor estilo Palermo).
En fin, San Cristóbal venció y va poniendo orden en la divisional.
martes, 6 de abril de 2010
FECHA 1: San Cristóbal 2 - Sara Goza 3
En un partido en el cual San Cristobal estuvo muy errático de cara al arco contrario (se contabilizan más de tres mano a mano desperdiciados), y el rival, en cambio, muy eficaz (tres goles de cuatro chances claras), marcaron lo injusto del resultado: Sara Goza venció 3-2 en la primera fecha y dejó con mucha bronca a los muchachos del sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Luego del receso por Pascuas, se reanuda el torneo: San Cristóbal jugará por la 2° fecha a las 15.30 de este domingo 11 de abril frente a San Antonio, equipo que debutará en esta temporada ya que su partido correspondiente a la primera fecha fue postergado.
Vale aclarar que muchos equipos que disputaban sus partidos los domingos se retiraron del torneo, por lo que los organizadores decidieron crear una sóla liga, por lo que todos los equipos forman parte de la primera división del citado día.
Vamos por la victoria.
Luego del receso por Pascuas, se reanuda el torneo: San Cristóbal jugará por la 2° fecha a las 15.30 de este domingo 11 de abril frente a San Antonio, equipo que debutará en esta temporada ya que su partido correspondiente a la primera fecha fue postergado.
Vale aclarar que muchos equipos que disputaban sus partidos los domingos se retiraron del torneo, por lo que los organizadores decidieron crear una sóla liga, por lo que todos los equipos forman parte de la primera división del citado día.
Vamos por la victoria.
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