Lo raro comenzó después de pasar por el colegio. Estacioné el auto en la puerta de casa y me puse a pensar por que no había nadie en el tradicional punto de encuentro del San Cristóbal FC. “Se habrá suspendido” pensé, como la fatídica tarde en la que me enteré en plena General Paz – y a bordo de mi fiel Fiat 147- que el partido que teníamos que jugar se había pospuesto para el domingo siguiente. Entré como loco a casa y volví a chequear los mails. Nada de eso había sucedido. Más desorientado estaba cuando llamé al celular de José y no atendió nadie. Finalmente Nico R me tranquilizó: “estoy yendo para el cole, salí a la puerta y vamos juntos”. Desde la entrada de mi casa lo vi llegar como si fuera un vendedor ambulante por la playa: barbudo (creo que es la primera vez en mi vida que lo veo a Nico R con barba y lo conozco hace 15 años), con musculosa y short de fútbol, con la havaianas negras y una bolsa gigante colgando de una de sus manos. No vendía nada, la bolsa inmensa eran las camisetas y los shortcitos de todo el equipo. El contraste era notable; el tenía menos ropa que Rolando Hanglin en una playa nudista y yo estaba con buzo, pantalón largo y zapatillas con medias. Siempre fui muy distinto a Nico, y, sin embargo, siempre fuimos íntimos amigos y hasta me senté al lado suyo 3 de los 5 años del secundario… Así de distintos pero con el mismo paso, como siempre, uno al lado del otro, llegamos al colegio.
Para nuestra tranquilidad, en el Manuel Belgrano ya estaban Sergio y Rito esperando para zarpar hacia Benavidez. Al toque cayó José y la intriga me brotó por los poros: “¿Boludo que pasó que no me atendiste el celular recién?”, le pregunté. “No, nada, es que me estaba bañando”, contestó el 6… Nico me miró, yo lo miré, el resto hizo silencio stampa. “¡¿Qué?!... ¿Te bañas antes de jugar el fútbol?”, le dije como si me hubiera dicho que le pone dulce de leche a las papas fritas. “Es que sino estoy incómodo” fue la tímida respuesta que tiró para sacarse el tema de encima, sienténdose salvado cuando, al toque, vio que una mancha blanca se asomaba por Cochabamba: “¡Miren, ahí viene Sampayo!”, dijo con un entusiasmo exagerado. Realmente Sampex era una figura blanca con pies azules que venía hacia nosotros. Con un pantaloncito de rugby diminuto, una chomba blanca y gastada de ESPN, anteojos de sol iguales a los de “Poncharello” y alpargatas azules, Sampayo se acercaba a paso lento como un fantasma salido de un after office y dando excusas bizarras. “Tarde un poco porque tuve que ir al supermercado”, comentó mientras se comía un brutal paquete de papas fritas mediterráneas. “¿Justo el domingo a las dos de la tarde te acordaste de ir al súper, pelotudo?” le dijo Nico R. “No, lo que pasa es que fui a un supermercado chino a comprar estas papas, estaba cagado de hambre, y bueno, tuve que hacer un poco de cola porque no había nada abierto”, remató Fede la primera escena bizarra del día.. “Eeeh… me voy a buscar el auto”, dijo José (estimo que para no oír mas a Sampex). Hubo que seguirlo sin decir ni ‘mu’.
El viaje fue rápido, pero nunca nada es tan rápido como las frases de Sampayo. Fede, cuando habla, es como un geiser verbal que escupe con todas sus fuerzas conceptos de todo tipo. Chismes sobre jugadores de primera división, sobre los de Primera B, la actualidad de Godoy Cruz, de Racing, la admiración que le despertaba ver a Botinelli trabar contra dos rivales y ganarles a los dos y, por supuesto, el “T.E.G” que cada domingo tiene en la cabeza para que San Cristóbal pueda vencer al rival de turno. En esa sopa de letras, el viaje se hizo mas corto…
Neme y Giampol, obviamente, llegaron los dos solos por su lado, dándole vida a esa parejita que siempre esta a un paso de declararse su amor y nunca concretan (han llegado a ir juntos al cine un sábado a la noche); Sergio, Rito, Nico R y Nico Z, arribaron en otro auto y, luego, nosotros tres. Como siempre, hubo que esperar a que los rivales se dignen a llegar, retrasando todo al menos media hora. Los muchachos de San Antonio fueron cayendo de a tandas, hasta que juntaron 9 y se formaron en la cancha. Yo me había vestido como siempre con la 2, pero esta vez había un detalle: en la bolsa, mientras revolvía en busca de mi casaca, vi algo irresistible. Roja y furiosa, como llamándome, entre mil camisetas blancas, yacía seductora la cinta de capitán. La última tentación del Chino fue ver esa `C´ blanca y gigante que me confirmaba que era mía. Ahí nomás me la calcé y salí al círculo central para el sorteo. Por supuesto que el sorteo lo perdí, sacamos nosotros y mientras la bocha daba sus primeros giros sobre si misma, el décimo jugador de ellos llegaba, a los gritos y con una caterva de gente atrás, listo para entrar. “Ponete los shortcitos”, le gritó el capitán, viéndolo en bermudas rayadas. “Dale, boludo, vamo’ a jugá”, le gritaba el otro con intenciones de jugar en zapatos náuticos y bermudas. Finalmente se puso los cortos, los timbos y entró.
Ellos eran bastante flojos, sobre todo atrás, y encima eran 10. Entonces los empezamos a atacar por todos lados y la primera chance de gol terminó en un penal que Nico Z tiró a las nubes a poco de empezado el juego. Pero la tónica del juego no se modificó: ataque tras ataque hasta que Nico Z captó un rebote y rompió el arco con un golazo. Revancha para el Zavadil más chico, haciéndose realidad lo que se sentía: el partido era nuestro. Pero nada es fácil en el camino sancristobaleano: el 9, ese tipo que llegó tarde y a los gritos, fue a chocar en el aire con Rito y nuestro portero cayó al piso. Parecía un choque mas, pero al querer levantarse, el Uno tenía sangre en la nariz y un mareo digno de una noche a puro Vodka. Lo tuvimos que atajar para que no caiga al piso y encima la nariz no paraba de sangrar. Rito quedó KO y hubo que recurrir al hermano de Neme para cubrir el hueco. El pibe es jovencito, idéntico a Neme, pero con look reggaeton (anteojos de sol enormes, arito en las orejas, mp3 siempre prendido, bermudones y zapatillas) y menos salvavidas. Todos coincidieron en llamarlo “Daddy Yankee” desde el vamos. Así las cosas, el adolescente pisaba la cancha con unos botines naranja flúo y una camiseta 5 talles más grande y el Neme mayor fue al arco hasta que se recuperó el gran Rito de San Cristóbal.
El partido seguía en nuestros pies, y el “Momento San Cristóbal” del día fue cuando, minutos después de haber entrado, “Daddy Yankee” (¡15 añitos, una manteca nene!) conectó una bola en el área y venció al portero: 2 a 0. Una voz anónima (NdeR: “Anónima” para no mandar al frente al autor de la frase) se escuchó luego del festejo: “Aprende Neme, el pendejo jugó 5 minutos y ya metió un gol”. Obviamente ‘O Rey do Cabarulo’ se quería cortar la tripa. Lo que quedó de partido solo sirvió para que nuestra gloriosa escuadra redondee la hermosa cifra de 5 goles contra 2, en un partido fácil, y para que el 9 de ellos tenga su tarde a toda puteada. Luego del choque con Rito, nos dimos cuenta de que el tipo tenía un pedo atroz por el barandazo a vino que emanaban sus fauces. Era un jugador alto, muy grandote, con una voz algo finita y taladrante y con una cara muy parecida a la del árbitro Gustavo Bassi. Desde nuestro primer gol no paró de putearse con sus compañeros en todo momento. El 11 le reclamó que no se la pasó en una jugada y este le mandó un “que te “via” pasá a vó si toy delante “el” arco, pelotudo”; a los defensores que no la sacaban los puteaba hasta en arameo (“pero dale, papa, saquenlá de una vé, ¡mogolico’!”; a los pendejitos que jugaban en el medio los atendió sin piedad: “dale guacho, ¡Largala! ¿Qué te cree’ Messi la concha de tu madre?” y no había forma de hacerlo callar. El capitán y los demás le contestaban pero terminaban trenzados en discusiones insoportables que me recordaban las inocentes palabras del referí en el sorteo: “Muchachos, nada de insultos entre ustedes, miren que amonesto enseguida si se putean eh”, y nosotros, como ovejitas mansas, pasamos la voz entre todos.
Pero el momento más bizarro del partido fue cuando un defensor de ellos, ya con el partido liquidado, hizo un lateral como un nene de seis años. Mal sacado, pelota nuestra, y el 9 que explotó: “¡Pero sos un pelotudo! ¿Cómo va a “sacá” un lateral así, idiota? No puede sé que no sepan sacá un lateral, ¡inútiles!”. Y el defensor, un morocho tan enorme como el 9, se le plantó enfrente y empezó la tensión. “A mi no me faltes el respeto eh, no me putees que no me conoces flaco, eh”. “¿Qué te calentá? Si no te putié, te dije “pelotudo”, si, pero porque “sacate” mal, nada ma’, como te va a calenta, flaco” y el morocho cada vez estaba mas caliente y le decía una y otra vez que no lo putee. “¿Y a mi qué? Me putearon todo el partido y no digo nada, amigo”, aulló el 9 abriendo los brazos. Al final no paso nada de milagro, o porque la señora del 9, una gorda embarazada que mateaba al costado del field, le dijo a su marido: “¡Basta de gritar vos, que me vas a hacer parir aca!”. Acto seguido, el 9 se fue al centro de la cancha y fin de la cuestión.
Cuando termino el partido ellos ya ni hablaban, estaban resignados, pero los que empezamos a los gritos, llamativamente, fuimos nosotros. Nico R, en una actitud poco gentil, nos dio a entender a los cuatro defensores que integramos la zaga, que los goles fueron nuestra culpa. Y Neme explotó. Tanto gritó y tanto se calentó que al final, cuando ya todos nos estábamos callando y distrayendo con otros temas, el siguió a los gritos hasta que se ahogó en sus propias palabras. “Co..ggmo decis e…gggso que te pengg.sssas que sos” y Sergio, viendo que la voz se le ponía cada vez mas finita y que las palabras se le perdían en el nudo que tenía en la garganta, le abrazó la cabeza con uno de sus brazotes tratando de calmarlo, quedando la cabecita de Neme asomada en el circulo que formaba el brazo derecho de nuestro artillero, pero, no obstante, siguió intentando hablar. “Pe…gggo por fagg…vor alguien que meeee digggg..aaa que tengggg…o razoon” suplicaba el gran símil Víctor López en una oración penosa y desesperada. “Ya esta Neme, vamos a bañarnos… ¡Fiesta de la espuma en la ducha para festejar!”, dijo el flamante Capitán, tratando de aflojar los ánimos. En eso, y mientras nos íbamos rumbo al vestuario, pasó uno de los rivales cagándose de risa y tiró la posta: “Pero muchachos, ¡déjense de joder! Encima que metieron 5 goles se están cagando a puteadas… Al final son peor que nosotros, ¡che!”. Y si, en San Cristóbal siempre hay un motivo para putear, esta en nuestra naturaleza…
Nos vemos amiguitos, hasta el domingo!!!
PD: Hasta la Victoria Siempre
PD 2: ¡Cissé puto!
PRÓXIMO TORNEO
------------ LO QUE EL FINDE NOS DEJÓ -------------
El 0-4 frente a Oeste FC dejó dos perlitas para nuestro regocijo:
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
1) Cuando el 9 definió mano a mano en el segundo gol, Giampol, Neme y Serpentor se esmeraron: "Cissé es un arquero 2-D, es gigante pero cuando el otro pateó era finito y plano..."
2) Terminado el encuentro, tras el decepcionante papel del equipo, Nacho Zavadil le puso color a su pensamiento: "Lo que pasó es los otros, cuando le pegaban, hacían 'ploc' [gesto de impacto seco de la pelota contra su mano] y, cuando lo hacíamos nosotros, hacía 'pif' [gesto de que le erraban]". Sublime. La más cruda realidad.
3) ¿Querían más realidad? Luego de que 2 de los 4 goles del rival los marcase un 9 grandote, torpe y lento, Sampex estalló: "¡NO NOS PUEDE HACER 2 GOLES UN TIPO QUE PESA 120 KILOS!". Tenía razón. Era un armario al que le faltaban 22 cromosomas...Así y todo, nos dejó en ridículo. Prefiero que venga el niño que nos embocó una vez en el Cirse...
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